Paz Fernández Cueto / Entender al Papa Francisco

AutorPaz Fernández Cueto

¿Cómo entender al Papa Francisco y su estilo personal de gobernar? ¿Qué hay detrás del Pontífice que decide tomar las riendas y mandar, permanecer en Santa Marta para controlar su propia agenda, dejar a un lado protocolos y predicar con el ejemplo? ¿Cómo explicar la atracción de los jóvenes o la seducción de la prensa?

Todo un mar de fondo hay detrás de la figura carismática de Francisco. Para entenderlo es necesario conocer dos aspectos que han definido su trayectoria espiritual, por una parte como el "Jesuita" y por otra como el autor de "Aparecida", documento promulgado por la Conferencia Episcopal Latinoamericana (Celam) en 2007.

La llegada de un "Jesuita" a la sede de Pedro causó conmoción y no poca curiosidad ante cuál sería la postura más o menos liberal que asumiría en los temas delicados que afronta la Iglesia.

Lejos de estas especulaciones, hemos descubierto en Francisco al jesuita centrado en la espiritualidad ignaciana, siendo el principal vehículo para transmitirla los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola, patrimonio espiritual de la humanidad. En ellos se propone la centralidad absoluta de Dios y su designio en la vida de cada persona, ante la cual todo lo demás resulta relativo y subordinado; el descubrimiento de su presencia y actividad amorosa, "trabajo", dice San Ignacio, en la creación, en la propia vida y en la historia humana, y el seguimiento de Jesús como camino único hacia Dios, tratando de identificarse lo más posible con sus sentimientos y actitudes.

Al preguntar al Padre jesuita Urbano Valero, ex Rector de la Universidad Pontificia de Comillas de Madrid y escritor de temas ignacianos, sobre cuáles son los trazos de la espiritualidad ignaciana que definen al Pontífice, menciona en primer lugar la renuncia en su vida personal y en su ministerio a la riqueza, poder y ostentación, o lo que él llama "mundanidad espiritual". Elegir la pobreza, el desprecio y la descalificación del mundo, para el Papa es la consecuencia de seguir al Cristo pobre, despreciado o descalificado.

El segundo es la gran libertad de espíritu con que procede, fruto seguramente de un discernimiento personal muy cuidado, ignaciano.

Y el tercero es el lenguaje coloquial y sencillo, evangélico, de comunicar sus mensajes, que recuerda mucho los "puntos" de los Ejercicios que proponen al ejercitante "modo y orden para meditar y contemplar", para que él mismo en un proceso de oración y discernimiento entre en diálogo directo con Dios...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR