Felipe Díaz Garza/ Zedillo ya votó

AutorFelipe Díaz Garza

Ciertamente el Presidente de la República es, antes que mandatario, un ciudadano mexicano común y corriente y como tal tiene derechos individuales que lo autorizan a tener y externar preferencias políticas y a votar en las elecciones por los candidatos que libremente escoja. La Constitución le otorga al ciudadano Presidente esas atribuciones, igual que nos las otorga a todos los demás ciudadanos.

Mas una cosa es la letra de la ley y otra muy distinta es la letra de la cultura de un pueblo, que genera usos y costumbres que, si no contrarios esencialmente a la ley, obligan a veces a los individuos, o a ciertos individuos, a proceder en forma distinta a la establecida en el libro mayor de la República. No le hablo de que se violente el texto legal, sino de que, en determinados casos, personas escogidas por el destino no hagan uso de sus derechos, por respeto al orden, que no siempre es garantizado por la ley.

Le hago este prólogo para referirme al apoyo que, desde Suiza, dio el Presidente Ernesto Zedillo al candidato del Partido Revolucionario Institucional a sucederlo, Francisco Labastida Ochoa. Zedillo dio una entrevista a El Nuevo Diario de Zurich, en la que declaró tajante que "una vez elegido candidato del PRI, Labastida tiene todo mi apoyo para los comicios presidenciales del dos de julio". Como le digo, el Presidente está en libertad de apoyar a Labastida si así lo considera conveniente y, con estricto apego a la ley, nadie puede recriminarle su determinación, ni siquiera se le puede recriminar que haya ido hasta Suiza a hacer públicas sus preferencias políticas. Pero le reitero que nuestra cultura tiene inconvenientes, entre ellos el haber prohijado ese horrible fenómeno conocido como "la cargada", que nos hace pensar a los mexicanos que no hay más ruta que la que manda el que manda, especialmente si el que manda manda sobre nosotros.

Si Ernesto Zedillo apoya abierta y enfáticamente al candidato del PRI, el anuncio de este apoyo se convierte automáticamente en una orden para los millones de mexicanos comprometidos con el régimen zedillista o con el partido del que Zedillo, según él mismo lo confiesa en la misma entrevista, es el líder moral, liderazgo que, otra vez citando a Zedillo, comparte ahora con Labastida. Tan es real la influencia que la opinión y la preferencia presidenciales pueden tener sobre los votantes que el mismo Zedillo, así lo declaró al periódico suizo, decidió mantener una postura neutral durante las elecciones...

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