Felipe Díaz Garza/ Pugna en el celeste imperio

AutorFelipe Díaz Garza

El obispo de Tapachula, Felipe Arizmendi, predicó el domingo pasado que los candidatos actualmente en campaña terminarán por decepcionar a los ciudadanos por los ataques continuos y virulentos que se hacen unos a otros.

Monseñor afirmó que la virulencia de los candidatos contamina el ambiente y el pueblo se desconcierta, se decepciona y termina por no confiar en nadie. "Muy poco avanzamos sólo con lamentos y críticas en los medios. Se gastan muchas energías, tinta, dinero y tiempo en descalificar lo que dicen y hacen los otros, como si todo lo hicieran ¦¦mal... Es cierto que debemos denunciar lo que consideramos que es contrario al reino de Dios, pero se logra más si cada quien corrige sus propias deficiencias", dijo también el obispo, quien convocó a gobernantes, líderes sociales y políticos, ricos y pobres, cultos y analfabetas, religiosas y obispos a cambiar las actitudes que no sean acordes con el estilo de vida de Jesús.

El sermón dominical de don Felipe estaba, pues, dedicado a los candidatos del reino del César y a los del reino de Dios, por lo que el saco de la homilía obispal le quedó tan bien al cardenal y arzobispo primado Norberto Rivera, quien ya ha sido destapado por la prensa italiana como candidato al trono de San Pedro, ocupado todavía por un Juan Pablo Segundo, cada vez más vacilante y enfermo.

Resulta que en un sermón pronunciado también el domingo pasado, el cardenal considerado con posibilidades papales la emprendió, como todo un candidato, contra los políticos y líderes sociales del reino del César, lo que quiere decir priístas, panistas, sucesores e imitadores. Tronó homéricamente monseñor Norberto porque "todos (los candidatos) tienen siempre en sus labios eslogans de bienestar y progreso; todos prometen reinos sobre la tierra y paraísos en el tiempo. Los líderes evitan hablar en sus campañas palabras negativas que puedan desanimar a sus seguidores... Hablan de derechos, pero no de los deberes correspondientes".

Pero aunque parecía referirse a sus colegas candidatos del reino del César, con un lenguaje virulento, como el señalado como inadecuado por el obispo Arizmendi, Rivera Carrera predicó que el anuncio de Jesús es radical y que las leyes y la justicia no bastan para encontrar una mejor vida, si no están acompañadas de gracia, misericordia y amor.

El predicador Norberto se lanzó entonces contra el objetivo real de su virulencia. Habló severamente de su propia iglesia, la católica, de la que dijo que le falta...

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