Felipe Díaz Garza / Vaya que hacemos osos

AutorFelipe Díaz Garza

Hace un poco más de una semana que un atrevido albañil capturó a un oso que trataba de meterse a un colegio en la Carretera Nacional. Quizás Esteban Palacio Basilio, que así se llama el insensato, trataba de proteger a los niños alumnos del plantel educativo. Pero la agresividad y peligrosidad del oso se quedó en presunción, pues el animal murió del susto al ser lazado por el pescuezo por el habilidoso albañil.

Por lo tanto, el estremecimiento de las buenas conciencias se reflejó en la condena unánime contra la bárbara acción osicida de Palacio Basilio, quien no pudo justificar su depredadora acción con los menores en un riesgo que no alcanzó a concretarse en un ataque del plantígrado.

La sociedad regia, sus más preclaros santones ecológicos y protectores de la animalidad, sus instituciones y muchos ciudadanos individuales se indignaron profundamente por lo sucedido y prácticamente se alzaron en armas contra el peligroso osicida, quizás involuntario, pero no por ello perdonable. Cacemos al cazador, pareció volverse la consigna generalizada en opiniones, cartas a los medios de comunicación y reportajes y hasta artículos editoriales en las páginas y aires de estos últimos.

"La captura del osito refleja nuestra falta de cultura, pero sobre todo nuestra falta de sensibilidad ante un obvio y evidente maltrato e injusticia que se cometió con el pobre animal. El principal objetivo de esto es hacer un llamado a la sensibilidad de toda una sociedad", expresó Maricarmen Quiroga, fundadora de Luca, una de las muchas instituciones que se pronunciaron contra el osicidio.

El infame matador del oso que, según él, quería comerse a los niños del Colegio Interamericano del Norte, lo que no pudo probar el malvado, fue detenido por 31 horas en la PGR, pues el agravio contra las especies en peligro de extinción (o algo por el estilo) resultó del orden federal. La espada de Damocles pendió, pende aún, sobre la peligrosa cabeza del lazador de osos. Pende aún la legendaria espada, le escribo, porque, a pesar de haber sido ya liberado de la sede judicial federal de la región, Esteban Palacio Basilio aún espera la resolución final del proceso que se le sigue (o debe seguírsele) por el brutal osicidio, del que sin duda alguna es culpable.

Pasando a sucesos más ligeros que no deberían distraer nuestra atención, ocupada como está en el oso estresado que murió asustado o asfixiado por un peligroso albañil, le refiero que el jueves pasado un automóvil atropelló a...

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