Felipe Díaz Garza / El pico chulo

AutorFelipe Díaz Garza

El sábado, EL NORTE publicó que, según el especialista financiero empresarial Luis Martínez David, analista de deuda de Cemex en Standard & Poor's (S&P), el negocio de la construcción en México está caído por "el desplome en el gasto público para infraestructura y la baja en la construcción de vivienda económica, derivada de fuertes recortes en subsidios para ello".

En Nuevo León todas las obras prometidas por el Gobernador están canceladas, en proceso de serlo o sin fecha de arranque o continuación, como el mantenimiento y reconstrucción del Metro y sus líneas 1 y 2, y la terminación de la Línea 3, ya con años de retraso en su fecha de terminación, que permanece en obra negra con su área periférica devastada.

Además, se mantienen en ruinoso stand by los arranques de las construcciones de un nuevo penal que sustituya al del Topo Chico y la Presa Libertad, un sueño de Jaime Rodríguez convertido en pesadilla, especialmente ahora que la han cuestionado y rechazado sus presuntos beneficiarios directos, los ejidatarios de la región naranjera.

A los empresarios de la construcción les está yendo muy mal. Quizás por haber confiado de más, durante décadas, en las obras de Tata Gobierno. Esa confianza ilimitada en los Gobiernos y sus generosamente proteccionistas programas de obras (de todos los Gobiernos, no nada más los actuales) es lo que hoy, de acuerdo con las conclusiones de Standard & Poor's, tiene postrada a la regiomontana Cemex.

En proceso de desglobalización por venta urgente de activos, las acciones de la cementera se han desplomado al mismo o mayor ritmo que la obra pública gubernamental, que ha dejado de ser prioritaria o pagable para el Gobierno federal y consecuentemente para los Gobiernos estatales.

El problema es grave. No se trata nada más de un cambio cosmético en la relación entre el Gobierno y los empresarios. O, más bien, un cambio en las reglas que impone a la economía nacional un Presidente que no sabe nada de economía ni mucho menos de gobernar. Ni siquiera es realmente un Presidente populista.

López Obrador fue populista en su larga campaña proselitista para ganar la silla presidencial en una votación sin precedentes...

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