Felipe Díaz Garza / Esta es mi sangre

AutorFelipe Díaz Garza

Seis de los ocho gobernadores panistas del país se comprometieron, "a gobernar bien", con el candidato presidencial de Acción Nacional, Felipe Calderón, para favorecer las aspiraciones de éste. Los así conjurados son los gobernadores de Tlaxcala, Héctor Ortiz; Baja California, Eugenio Elorduy; Jalisco, Francisco Ramírez Acuña; Aguascalientes, Luis Armando Reynoso; Guanajuato, Juan Carlos Romero Hicks; y Morelos, Sergio Estrada Cajigal.

"Los gobernadores se han comprometido ante Felipe para gobernar lo mejor posible", señaló el presidente nacional del PAN, Manuel Espino, sacerdote oficiante del ofertorio de los mandatarios estatales blanquiazules. "Han ofrecido su respaldo total en lo personal y hacer su mejor esfuerzo", insistió el oficiante Espino, al mismo tiempo que obsequiaba una botella de vino al candidato y a cada uno de los gobernadores, a quienes recién había dado de comer, quizás para enfatizar con este simbólico ofertorio el carácter ritual de la concelebración política.

Está muy bien que los gobernadores, aunque sean panistas o porque sean panistas, se comprometan a gobernar bien. Pero en honor a la verdad constitucional, el compromiso de estos servidores públicos debió haber sido establecido con el público, con sus gobernados, a quienes están obligados a servir, pues en una democracia gobernar quiere decir servir. El compromiso sellado al tomar de la sangre y comer de la carne que ofreció el líder del PAN, al menos él invitó, es "gobernar bien". Con eso buscan quedar bien con quien esperan ensoñadoramente que se convierta en su jefe virtual, no para quedar bien con quienes por decisión electoral son sus jefes nominales, los ciudadanos de los estados que gobiernan para servir, recalco, no para servirse.

Qué bueno que los que gobiernan ofrecen gobernar bien, pero es algo que ya juraron hacer ante los congresos de sus estados y sólo a esos congresos deben reiterar sus votos. Y debieron gobernar bien desde el primer día de sus mandatos, no desde el primer día de campaña después de la conjura ritual oficiada por Manuel Espino.

Si Felipe Calderón es el político honrado y ortodoxo que dice ser, si realmente está en contra de las corruptas prácticas políticas atávicas del PRI, este es un momento más que adecuado para demostrarlo. Calderón debe rechazar el torpe "apoyo" de los gobernadores que no lo favorece sino que lo perjudica. Para empezar, cuando menos dos de los gobernadores que se lanzaron a la cargada atraviesan por situaciones...

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