Felipe Díaz Garza / Que lo chancleen

AutorFelipe Díaz Garza

La última novedad con la que nos sorprendió el Gobernador Jaime Rodríguez es que la violencia y la delincuencia pueden prevenirse a chanclazos.

Hablándoles a burócratas federales, muchos de ellos maestros, Rodríguez Calderón pontificó que la mayoría de los delitos son cometidos por muchachos que fueron malcriados y propuso regresarles a los docentes el poder de corregir a tiempo a sus alumnos.

"Le hemos quitado el poder al maestro, por eso tenemos muchos chamacos malcriados y rebeldes", dijo el ahora experto conductista. "Regresémosle el poder al maestro, que agarre la chancla igual que la mamá, hombre... que podamos hacer esas cosas".

Tenemos años y más años tratando de combatir la violencia familiar y escolar. Y si una cosa hemos aprendido es que los golpes (los chanclazos de Jaime lo son) no son un instrumento educativo, ni rehabilitador de la conducta antisocial, ni siquiera una estrategia policiaca válida y efectiva. Además están prohibidos, como cualquier otra forma de tortura física, mental o moral.

Pero eso no lo aprendió el bárbaro Gobernador que padecemos.

Desde la primera magistratura del Estado nada menos, propone hoy la tortura como instrumento de redención.

Eso es el poder del chanclazo que Jaime pretende regresarles a los maestros, para que agarren a golpes a los alumnos mal portados, para que se les quite lo violento con una dosis de violencia aplicada por sus profesores y por sus mamas.

Ese es el universo de la absurda proposición del Gobernador: la escuela y el hogar.

El chanclazo, que Jaime añora que podamos darles a los jovencitos para que se hagan buenos ciudadanos, es violencia y tortura.

Después de la chancla viene el cintarazo, el varazo, el garrotazo, el reglazo, la cachetada, el puñetazo, el navajazo y el disparo, estos dos últimos típica respuesta de un muchacho maltratado a su torturador, sea la mamá, el profesor, el policía o el Gobernador conductista.

La violencia no soluciona la criminalidad, como piensa Jaime Rodríguez, si le podemos llamar pensar a eso.

La violencia fatalmente genera violencia y estimula la criminalidad.

La mayoría de los delincuentes deben haber sido muchachos maltratados hasta...

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