Felipe Díaz Garza / La carta del embajador

AutorFelipe Díaz Garza

A los mexicanos no nos gusta que nos digan que estamos haciendo las cosas mal y menos nos gusta que nos indiquen los pasos que tenemos que dar para mejorarlas. Y el asunto se vuelve todavía más odioso cuando el que nos apunta con el dedo tiene razón. Esa condición nos lleva a descalificar moral y materialmente al que nos critica y se queja, perjudicado por nuestras omisiones, y nos pide que actuemos de una manera específica, efectiva y pronta para garantizar la calidad de nuestro desempeño.

En los primeros días, el jefe de Gobierno Andrés Manuel López Obrador propuso que el Ejército mexicano se hiciera cargo de la cárcel de alta seguridad de La Palma en el Estado de México. La Secretaría de Gobernación, a través de su vocero Gonzalo Altamirano Dimas, descalificó inmediatamente la propuesta.

La Segob no argumentó contra los términos de la propuesta. Sólo exigió a AMLO que, antes de proponer nada, acabara con la corrupción en las cárceles del Distrito Federal, con los privilegios de algunos internos y con la sobrepoblación de esos penales. Pero de La Palma, nada, aunque acababa de ocurrir allí el asesinato de Arturo Guzmán Loera (hermano del fugado Chapo Guzmán) a manos de otro recluso, y ya era evidente el clima de corrupción y de abierta colusión de autoridades y prisioneros que reinaba en ese "seguro" centro penitenciario federal.

Tuvieron que pasar 10 días de la propuesta de López Obrador para que, el 14 de enero, el gobierno federal finalmente aceptara que había problemas gruesos en La Palma y ordenara que el Ejército y policías federales, aparentemente irrecusables, tomaran las instalaciones carcelarias, sustituyeran a las fuerzas policíacas allí destacadas e, incluso, removieran de su cargo y detuvieran al director de la prisión.

El presidente Fox en persona se ha expresado con alegría acerca del ambiente que priva en la frontera, como lo hacía en octubre pasado, cuando lamentaba regresar a la tensa vida de la Ciudad de México, después una gira por el norte fronterizo del país, en la que había respirado, dijo, la atmósfera de empleos y futuro de Reynosa, Ciudad Juárez, Tijuana, Nuevo Laredo o Matamoros. Por supuesto que la atmósfera de empleos y futuro que respiraba Fox, en esos días idílicos para él, incluía los asesinatos de mujeres en Juárez, los de periodistas en Nuevo Laredo y Tijuana y los enfrentamientos con saldos mortales entre narcos y narcos y entre narcos y policías, que ya los había en octubre y mucho antes.

Ya había en...

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