Felipe Díaz Garza/ Los 7 magníficos de Giuliani

AutorFelipe Díaz Garza

A lo largo de varios periodos sexenales de gobierno los mexicanos presumimos de una prosperidad que no existía y de un futuro de desarrollo espectacular basado en esa prosperidad ficticia. Mas el tiempo ha disipado el sueño demencial de José López Portillo, quien nos anunció que teníamos que aprender a administrar la abundancia. Luego vinieron los economistas salinistas del abogado De la Madrid, a quienes les compramos la proposición neoliberal que nos llevaría al Primer Mundo, al que entramos, sí, pero como los negros a las mansiones sureñas estadounidenses del siglo antepasado: de esclavos, no de dueños de esclavos.

Allá por los 60 hubo una película gringa de caballitos muy popular llamada "Los siete magníficos" (The Magnificent Seven). El protagonista del filme era Yul Bryner y la película era una versión hollywoodense de la japonesa "Los siete samurais" que estelarizó Toshiro Mifune. Me quiero referir a "Los siete magníficos" porque Hollywood está más cercano a nuestra sensibilidad que Japón y, además, la gringada incluyó a México, a un México devastado por el granizo de la fatalidad.

Resulta que los miserables habitantes de un poblado mexicano fronterizo con Estados Unidos fueron victimados, allá por el mil ochocientos y tantos, por una banda de asesinos que se instaló en el villorrio, robándoles sus mujeres y sus escasas propiedades de valor. Incapaces de defenderse por sí mismos, pues no sabían ni cómo cargar una pistola que no tenían, los miserables hicieron colecta entre ellos, juntaron unos cuantos pesos y mandaron unos peticionarios, encarnados por Jorge Martínez de Hoyos y Enrique Lucero, si mal no recuerdo, a contratar a una banda de cazadores de criminales, que hacía su trabajo allende el Bravo.

Los cazacriminales gringos, cuyo líder era encarnado por Bryner, acabaron aceptando la encomienda de proteger a los mexicanos de los bandidos, a pesar del escaso monto de la pobre recompensa recolectada entre todos los afectados, porque nadie les había pagado tanto, todo lo que tenía, para hacer un trabajo, dijo filosóficamente el pelón Yul Bryner, que en paz descanse. Por supuesto que la chamba se cumplió a satisfacción. Los siete magníficos vinieron a México y mataron criminalmente a todos los criminales de la manera más cruel y sanguinaria.

Y después de matar a todos y cada uno de los odiosos bandidos, los magníficos que lograron sobrevivir se permitieron una licencia hollywoodesca fantasiosamente gringa y les regresaron a los...

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