Felipe Calderón Hinojosa/ Bosques y agua

AutorFelipe Calderón Hinojosa

El día de ayer, en Pátzcuaro, Michoacán, el Presidente de la República Vicente Fox dio arranque a la "Cruzada por los Bosques y el Agua". Hay que decir en principio que el lugar no pudo ser más adecuado. El lago de Pátzcuaro fue la cuna de la civilización purépecha, única entre las grandes culturas de Mesoamérica que no fue doblegada por los aztecas, y estrictamente tampoco por los españoles. Una serie de armisticios y arreglos con los conquistadores evitaron que estallase como tal una guerra de conquista. Sin embargo, la negociación resultó de funestas consecuencias para la dinastía Tariácuri. La ambición de Nuño de Guzmán ultrajó y atropelló violentamente a los purépechas y a sus señores. La riqueza que éstos habían podido poner a salvo de la barbarie del Primer Oidor en algunas de las islas del lago fue arrancada mediante tortura sangrienta. Replegados, una buena parte de la población lacustre emigró hacia las partes altas de Michoacán para consolidar las comunidades indígenas ahí existentes, en la hoy conocida como "Meseta Tarasca", en el lenguaje de los náhuatls, que no en el de los purépechas.

Fue en aquella zona lacustre donde apareció también el verdadero mensaje evangelizador. Distinta de la visión paternalista y patrimonialista que predominó entre colonizadores y aun entre los misioneros, incluso entre algunos de los más nobles y gentiles que acompañaron a los españoles, la visión de Vasco de Quiroga fue verdaderamente liberadora y plenamente realizadora del ser humano. Inspirado en la "Utopía" de Tomás Moro, Tata Vasco quiso construir para los indígenas la ciudad de Dios. Hay que decir que Vasco de Quiroga no era clérigo a su arribo a Nueva España. De hecho fue primero abogado y miembro de la Segunda Audiencia antes de ser ordenado sacerdote, a sus 60 y tantos años de edad. Aun así fue Obispo de Michoacán, con asiento primero en Tzintzuntzan y luego en Pátzcuaro, por 30 años. A su paso, fue divulgando una vivencia verdaderamente humana del Evangelio. Construyó hospitales para indígenas, promovió su educación a través de escuelas de artes y oficios, y procuró su redención espiritual en la premisa de que era necesaria su redención material. El suyo, sin embargo, no fue un criterio meramente asistencialista. Trabajo, fue lo primero que procuró para sus hijos, y a cada pueblo de la zona lacustre le enseñó un arte para vivir, y en una maravillosa especialización que cualquier tecnócrata contemporáneo envidiaría: a cada comunidad dio...

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