Federico Reyes Heroles/ Prevaricadores

AutorFederico Reyes Heroles

¿A quién le puede interesar que el régimen de Vicente Fox tropiece? De dientes para afuera todo mundo responde no para nada y repiten la cantaleta: si al presidente de México le va mal, le va mal al país. La lista incluye priistas. Pero en el día a día las cosas son muy diferentes. Algo perverso flota en el ambiente. Comencemos por el intramuros. En los gabinetes siempre ha habido pullas, rencores, envidias, filias y fobias. Pero los funcionarios se cuidaban de no hablar excesivamente mal de sus colegas. No lo hacían necesariamente por su fina educación y mundo. Con frecuencia eran precavidos por un mínimo cálculo: a) su jefe, el Presidente, podía enterarse y tomar una decisión salomónica (Moctezuma Cid-Tello), b) el colega podía ser el próximo elegido y el indiscreto caer en desgracia (Díaz Serrano-De la Madrid), c) la ruina de uno podía arrastrar todo un proyecto, incluido el propio (Aspe-Serra). Cualquiera que fuera el cálculo, el resultado final era contener la boca. Hacia el exterior había la sensación de un sentido de cuerpo que daba fortaleza al régimen en turno.

Para bien y para mal esos tiempos son historia. Para bien porque el Presidente ya no puede seleccionar a su sucesor. Para mal porque nunca antes los funcionarios hablaron tan mal de sus colegas. Ingenuamente creen que el desgaste de un compañero de travesía no los afecta. Pero volvamos a la pregunta inicial, a ellos no les conviene que Fox tropiece. El es el capitán, no se va a bajar sino hasta dentro de cinco años y esperemos que habiendo llegado a buen puerto. Los otros son sólo marineros, miembros de la tripulación. Quizá el carácter bonachón de Fox, quizá la sensación de deuda con algunos de ellos, quizá la incomodidad misma de ejercer el mando, sean algunas de las explicaciones del asunto. También está allí la trampa de afirmar que no habrá remociones que seguramente relajó a los aludidos. La remoción como posibilidad es una necesaria espada de Damocles. El país va primero. Sea lo que sea, en esto falta un fuerte jalón de orejas del jefe para que los servidores públicos no se olviden de su papel.

Pero también en el panismo ha rondado la vana y astuta intención de marcar sus fronteras. Fox es él y el pueblo lo eligió. El PAN es otra cosa, dicen. Nada más como recordatorio está la triste escena del secretario Gil Díaz defendiendo la ley de ingresos y presupuesto ante el vacío panista en la Cámara. Aquí los matices son importantes. Por supuesto que no quieren que Fox...

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