Federico Reyes Heroles / Slim y la riqueza

AutorFederico Reyes Heroles

Sin demasiadas sorpresas llegó la noticia: Carlos Slim es el hombre más rico del planeta. Las reacciones inmediatas no se hicieron esperar. Un país con alrededor de 20% de sus moradores en pobreza extrema es a la vez la patria del hombre más acaudalado del mundo: el absurdo. Pero ésa es sólo la superficie, la caricatura de los problemas de fondo. Caricatura porque los pobres son los buenos y Slim es el malo. Pero la riqueza no siempre cruza por esas coordenadas: bondad y maldad. Los ricos no necesariamente son malos y tampoco los pobres son esencialmente buenos. Pero de la caricatura se cruza a la crítica y en ella hay algo perverso, se insinúa que lo uno explica lo otro. Vayamos por partes.

Socialmente hablando los deseos tienen gradación. Lo deseable es que no existan pobres y sobre todo los extremos, los que no tienen para su sustento cotidiano. Eso va en primer lugar. En segundo lugar lo deseable es la posibilidad de ofrecer a todos lo básico, alimentación, salud, educación, empleo para así abrir las puertas a la superación y a la prosperidad. Si ese piso no está allí, las oportunidades serán disparejas con la injusticia como resultado. En tercer lugar lo deseable es la creación de riqueza para incrementar la prosperidad de todos. Si el pastel no crece la prosperidad no llegará. En cuarto lugar aparecería ese añejo deseo de evitar las desigualdades. Entonces, si en una sociedad no existen los pobres, si las oportunidades son generalizadas, si el esfuerzo personal reditúa en avance, si la prosperidad abraza a todos y si las diferencias disminuyen y si todo eso ocurre en libertad, la existencia o no de personas muy ricas será poco relevante.

Los países escandinavos son ejemplo en justicia social y en prosperidad. Por cierto tienen muchos millonarios que sin embargo no son tema. Lo deseable es que los empresarios sean capaces de crear riqueza, ésa es su misión social. La del Estado consiste en generar las condiciones para que la creación de riqueza se dé. El Estado debe establecer los mecanismos para redistribuir la riqueza. El indicador más conocido para saber si un sistema fiscal es redistributivo es el Índice de Gini. Sobra decir que los países más justos tienen sistemas fiscales muy progresivos, en cambio en México nuestro venerado sistema fiscal casi no redistribuye. De ahí el origen de la brutal desigualdad. Nuestro esquema fiscal es tan absurdo que gravamos a las empresas, generadoras de riqueza por arriba de los niveles...

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