Federico Reyes Heroles / Segundo aire

AutorFederico Reyes Heroles

Desde el primer día de su mandato la adversidad ha acompañado a Felipe Calderón. El cuestionamiento sobre la limpieza de la elección, su trabajosa toma de posesión, el discurso paralelo de los opositores, la burbuja inflacionaria que lesionó a los sectores de menores ingresos, la pérdida de control de territorio a manos del narcotráfico, la muerte de un colaborador y amigo muy cercano, la caída en la plataforma petrolera y posteriormente el desplome de los precios y, por si fuera poco, la peor crisis recesiva de la economía mundial en muchas décadas. La influenza y la terrible sequía son mucho más que anécdotas. Fácil no la ha tenido.

En los últimos meses cierta prensa se ha encargado de sembrar la duda sobre cómo terminará su gestión. Lo presentan débil y apabullado. Se olvidan de los logros concretos, que también los ha habido, como las pensiones del ISSSTE o la liquidación de Luz y Fuerza. La actitud no es nueva, especular sobre la debilidad de un Presidente siempre ha sido un buen negocio. Recordará el lector cómo se vaticinaba en primeras planas que Ernesto Zedillo no terminaría su segundo año. Zedillo terminó después de una gestión muy consistente y con un grado de aprobación envidiable.

Pero el poder desnuda y la adversidad puede sacar la garra, en quien la lleva. El caso más recordado es Churchill. La estrategia de evitar conflictos, de no confrontación, de caminar por el sendero de lo posible seguida en los tres primeros años le ha pagado muy mal a Calderón, incluso en lo electoral. Reformas mediocres en lo energético y lo fiscal y una contrarreforma política no parecieran una herencia deseable. En el asunto de seguridad la cosecha tardará en llegar a la sociedad. Lo mismo ocurre con los programas de infraestructura. De ahí la importancia de su pronunciamiento del día domingo. Por las iniciativas del texto pareciera que el presidente Calderón ha decidido cambiar de estrategia. Sabe que si quiere avanzar en lo político, en lo laboral, en lo energético, en materia fiscal, en telecomunicaciones, en lo que más urge a México, tendrá que confrontar intereses de todo tipo.

En los hechos el Presidente no tuvo empacho en reconocer que la primera estrategia no rindió los frutos esperados. No se encaprichó con sus criaturas. Es un mérito. Hablar de una nueva reforma política, energética y fiscal es admitir que la primera versión no funcionó. Varios son los pendientes nacionales señalados por Calderón: pobreza extrema, cobertura en salud...

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