Federico Reyes Heroles / Presidente virtual

AutorFederico Reyes Heroles

José Gutiérrez Vivó le pregunta, y en caso de que usted fuera el próximo Presidente, cómo solucionaría X problema. Después de uno de esos típicos silencios suyos, López Obrador responde "yo voy a", y de nuevo queda en silencio. El jefe de Gobierno reconsidera y dice "es que dije voy a..." y corrige introduciendo algún tipo de condición: en caso de llegar o algo así. La anécdota refleja el estado de ánimo del gobernante. Pero también desnuda un entorno que puede ser muy peligroso.

Creo que no necesito ratificar mi convencimiento no sólo de la utilidad sino de la trascendencia de las encuestas. En ciencias sociales hay un antes y un después de la aparición de la llamada demoscopía. La forma de conocer, la epistemología de varias disciplinas sociales, simplemente se transformó con la aparición de este fantástico instrumento capaz de rastrear percepciones y valores. La base de información científica se amplió de manera admirable. Qué hubieran dado teóricos como Weber o Toynbee por contar con la Encuesta Mundial de Valores. Además las encuestas y la democracia están íntimamente ligadas. Allí donde se conocen las necesidades, los reclamos, las demandas, los miedos y, por qué no, las ambiciones y deseos de la población, los gobernantes están en mucho mejor condición de atender a los gobernados. Allí donde gobiernan dictadores las encuestas son vistas como armas de la subversión.

Por supuesto que las encuestas tienen limitaciones o mejor dicho quienes las usan deben estar conscientes de para qué sirven y para qué no. Los gobernantes que no atienden las encuestas se alejan del sentir popular. Los gobernantes que sólo se guían por encuestas carecen de visión de Estado. Las populares encuestas preelectorales son instrumentos bastante confiables, pero tienen una condicionante insalvable: su capacidad de acierto decrece exponencialmente conforme se alejan de la diana. De allí la importancia de poder hacer levantamientos horas antes de las jornadas electorales. De lejos se vuelven aproximaciones muy endebles cuando no quimeras. Dos o tres semanas de distancia pueden ser suficientes para que un acontecimiento, una declaración errónea de un candidato por ejemplo, altere los resultados de una contienda. Así de volátil es la opinión pública. Para ejemplos recientes los sustos que se llevaron los priistas en Veracruz y Sinaloa: todas las encuestas les daban a sus candidatos una amplia ventaja y dos sucesos muy concretos estuvieron a punto de derrocarlos...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR