Federico Reyes Heroles / En el mismo barco

AutorFederico Reyes Heroles

Es un personaje extraño. Omnipresente e invisible. Su nacimiento no tiene una fecha precisa. Fue a mediados del 17 que hizo sus primeras apariciones. Desde entonces no ha hecho más que reproducirse y volverse más complejo. Grandes pensadores afirmaron que era resultado de un contrato social que, bien a bien, nadie ha firmado. Locke decía que su misión primordial era defender la privacía de los individuos y de las familias. Hobbes, el más crudo de todos, que era necesario para guarecernos de los propios seres humanos. Rousseau, romántico, creía que era una fórmula de ampliación de la libertad que surgía de ceder algo de libertad.

Salvo el pensamiento anarquista que no le encuentra razón de ser, hay una coincidencia básica en los teóricos: se trata de un mal necesario, luego no es un mal. Él debe concentrar el monopolio de la violencia; sólo él puede garantizar el imperio de las normas que conducen a una sociedad; él es el intermediario imprescindible en la aplicación de la justicia y, además, los mercados lo necesitan para operar. Algo queda claro, su debilidad a nadie beneficia. El asunto se puede plantear al revés, su fortaleza conviene a todos. La pasión que provocan sus misterios sigue arrojando nuevas investigaciones. Malos augurios sobre su futuro ha habido muchos. Su fragmentación sistemática es para muchos signo de debilidad creciente. Su empequeñecimiento frente a las grandes corporaciones plantea nuevos retos: quién gobierna a quién. Sin embargo, cada día es más claro que no tiende a desaparecer y que es pieza clave de las sociedades justas.

Hoy sabemos que la prosperidad está vinculada directamente con su solidez ("The Birth of Plenty", W. Bernstein). Así que, si de verdad queremos dejar atrás la miseria, más nos vale revisar sus signos vitales. Quien atente en su contra lo que logra es preservar las injusticias y calamidades. Es curioso, esas obviedades que en otras latitudes son reconocidas y aceptadas en México no forman parte de nuestra cultura cívica, no son una creencia popular, de hecho, pocos salen en su defensa. Increíble, estamos por cumplir el bicentenario de la Independencia, el centenario del levantamiento maderista, en pleno Siglo 21 pareciera que pegarle al Estado es ser progresista.

¿Como está en el 2006 el Estado mexicano?, ¿es hoy más fuerte que hace una década o se ha debilitado? Hay asuntos que escapan a la voluntad de los gobernantes, por ejemplo, la creciente fuerza del narcotráfico que, estoy convencido...

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