Federico Reyes Heroles / Misión cumplida

AutorFederico Reyes Heroles

Hay quien mira la vida como una posibilidad de gozo, de placer. El trabajo es tiempo perdido en ese propósito. No necesariamente les va mal. Otros en cambio sólo piensan en el trabajo, están en este mundo para entregar lo mejor de sí mismos a ese fin, trabajar. Es la versión laboriosa. No necesariamente les va bien. En ambas versiones la cantidad es el criterio: mucho gozo, mucha fiesta o mucho trabajo, mucha acumulación. Pocos son, sin embargo, los que tienen otro rasero: la calidad. He tenido el privilegio de conocer a uno: Humberto Murrieta.

Usted no tiene por qué conocerlo. La discreción, escasa cualidad, le pertenece y es guía en su vida. Delgado, de pelo abundante, de imponentes ojos azules, elegante en su trato, este veracruzano pareciera seguir en su vida con una consigna: lo que hagas, hazlo bien. Suena sencillo, pero es muy difícil cumplirlo. Hace 20 años le hablé a un querido amigo, Luis Rubio. Andábamos en la fundación de una revista independiente y especializada en estadística, en datos duros, en encuestas, hoy muy populares, ave rara en esos momentos. Necesitamos un comisario de lujo, a quién me recomiendas, le pregunté a Luis. Murrieta, me respondió de inmediato. El nombre no me dijo nada, pero la palabra de Luis es garantía. Así fue como me encontré con el contador y auditor de larga historia. Oye, Luis, le dije, pero que no se mande con los honorarios, porque este es un proyecto cultural y somos pobres. No te preocupes, me dijo, él está más allá.

Comenzaron las sesiones, una vez al mes, el segundo miércoles. Era 1991. Josué Sáenz, Víctor Urquidi, Jesús Silva-Herzog Flores, Jorge G. Castañeda, Enrique Alduncin, Carlos Monsiváis, Adolfo Aguilar Zinser, Carlos Payán, Santiago Creel y varios provocadores más eran la concurrencia habitual. De palabras siempre cuidadas al extremo, precisas, Murrieta interviene poco, pero con sustancia. Comenzamos valorando su presencia por los minutos invertidos en el proyecto. Pero su verdadera aportación no estaba en los números. Tardaríamos en entenderlo. Había más historia. Humberto Murrieta tenía, a la vez, presencia en Vuelta. Octavio Paz depositó en él decisiones muy sensibles. Al contador Murrieta le interesaba la vida cultural y estaba dispuesto a entregar tiempo, el único elemento no renovable en la vida, como dijera Carlos Castillo Peraza. Con la legalidad como estrella, Murrieta siempre invoca, sin embargo, cierto pragmatismo. Para que las empresas que difunden cultura cumplan su...

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