Federico Reyes Heroles / El juego no es de juego

AutorFederico Reyes Heroles

A la memoria de Víctor Urquidi, una mente preclara.

Todo Estado es un proyecto ético. Al final del día es una lucha por imponer ciertas concepciones de la vida, ciertos valores. El problema radica en que los valores enarbolados no siempre son totalmente compatibles. De hecho con frecuencia son contradictorios. Surge así el dilema: qué va primero, qué se debe privilegiar. Los valores absolutos no existen en la realidad. Quienes han intentado implantar un gran valor, un valor supremo, por sobre cualquier otra consideración normalmente terminan concibiendo engendros. El comunismo era el imperio absoluto de la igualdad sobre cualquier otro valor, la libertad incluida. El nacionalismo extremo es responsable de horribles monstruos autoritarios.

La libertad individual es uno de los valores centrales del Estado democrático. Debemos ampliar ese ámbito de decisión individual tanto como sea posible. Pero tampoco puede ser manejado como un valor absoluto. Si no hubiera límites a los impulsos individuales viviríamos en la selva. Lo deseable para un liberal es que esos límites sean los menos posibles. Sin embargo hay una frontera muy clara al individuo: el daño a terceros, peor aun cuando el tercero es la sociedad. Uno podría defender el derecho de una persona a introducir en su cuerpo las sustancias que quiera incluso si se autodestruye. El problema es cuando en el camino se hiere a otros. Por eso en todos los Estados, incluidos los de mayor raigambre liberal, existen restricciones a ciertas actividades, ingerir alcohol o drogas por ejemplo. Toda esta discusión podría parecer etérea, abstracta y no lo es. Se trata de nuestra vida cotidiana. Denise Dresser relata en Gritos y susurros, en unas líneas desgarradoras, cómo un borracho segó la vida de su padre y su hermana cuando ella tenía siete años.

Como el absoluto no funciona ni siquiera en el caso de la libertad, los grandes liberales del siglo XX se dedicaron a afinar la discusión. Isaiah Berlin, uno de los más brillantes liberales, acuñó dos aproximaciones, la libertad positiva y negativa. La primera alude a todos esos derechos inmanentes al individuo que no aceptan regulación alguna. La libertad de creencia, de expresión, etcétera. Es la libertad para algo. Pero existe también la libertad negativa, cuando se libera al individuo de algo. Las garantías en contra de algo o alguien son responsabilidad del Estado. Vamos a México en septiembre del 2004.

En México existe el juego, es legal pero encauzado...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR