Federico Reyes Heroles / En defensa de la esperanza

AutorFederico Reyes Heroles

La esperanza es un material muy extraño. Igual es invocada por las religiones que medida a través de la estadística todos los días. Para algunos tener esperanza es un acto de fe, en pleno valle de lágrimas se debe tener esperanza de que vendrán días mejores. Frente a la adversidad, una enfermedad por ejemplo, siempre la llamamos: ten esperanza, el tratamiento va a funcionar. Incluso más allá, para los creyentes profundos todo sufrimiento tiene una explicación en la mirada del Creador. Para los no creyentes, como es mi caso, la esperanza debe ser fundada, debe existir un camino racional para arribar a esa esperanza. El hecho es que vivir sin esperanza pareciera un contrasentido: todo aquel que tiene ganas de vivir construye su esperanza, racional o basada en la fe. Viceversa también opera, el que tiene esperanza conserva ganas de vivir.

El asunto es de tal manera apasionante que un gran filósofo alemán, Ernest Bloch, escribió a finales de los años setenta todo un tratado, El Principio Esperanza (Aguilar), en que eleva la esperanza al nivel de un elemento esencial en la vida. Son cuatro tomos para quien esté interesado. En 1994 Francis H. Compton Crick escribió un texto que levantó un gran barullo, La Búsqueda Científica del Alma (Debate). Cualquiera que se quede en el título pensará que se trata de un libro de autoayuda, pero no. Es una investigación clínica que demuestra cómo pacientes con padecimientos muy similares y con tratamientos también equivalentes muestran resistencias y rangos de supervivencia muy diferentes. La única explicación es la compañía y el ánimo que parientes y amigos inyectan a los pacientes, es decir qué tan prendidos estén éstos de los deseos y esperanza de seguir viviendo. Para quien dude de la seriedad de Crick le recuerdo que es uno de los descubridores del ADN y por ello premio Nobel.

A la tesis filosófica de Bloch se suma el contenido científico de Crick. Así que la esperanza no sólo es un principio vital sino una actitud del superviviente. Ahora bien, pareciera haber dos puertas de entrada a la esperanza: la que se sostiene exclusivamente por un dogma de fe y otra a la que se arriba por vía de las pruebas. Pero el resultado es el mismo: las diferencias entre quienes actúan con esperanza o sin esperanza son, en ocasiones, diametralmente opuestas. De ahí el interés de la demoscopía, de los estudios de opinión pública, por conocer el estado de ánimo de la población. Recuerdo al lector que ánimo y alma van de la...

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