Federico Reyes Heroles / Entre bárbaros

AutorFederico Reyes Heroles

Se ha dicho mil veces: México es un país privilegiado. Lo es -para empezar- por sus recursos naturales. Biodiversidad, desiertos, pero también selvas y bosques, montañas y planicies. La minería nos sigue dando casi 20 mil mdd al año. El turismo, otro tanto. Por supuesto, están sus costas hacia el Atlántico y el Pacífico además del embrujo del Caribe. La riqueza del plancton en El Mar de Cortés y lo que de ahí se deriva, lo ha convertido en referente mundial de la vida. La belleza de las playas y la temperatura de sus aguas son excepcionales. Pero hay un problema: nada es suficientemente bueno si quien lo puebla es un bárbaro.

"El Revolcadero", nombre popular para una hermosa playa al sur de Acapulco es -por su dimensión, por su temperatura, por su celaje y atardeceres maravillosos, por su arena, por muchas razones- un verdadero paraíso. Por si fuera poco muy cerca está la laguna de "Tres Palos", la cual, bien explotada, por sí misma sería motivo de regocijo. Allí hay múltiples aves y manglares magníficos. Pero tanto la laguna como "El Revolcadero" están en manos de nadie: ni la Federación, ni el gobierno local, ni las autoridades municipales tienen control sobre la zona. La barbarie.

Ahí empieza el problema, las autoridades más cercanas a los sitios no tienen jurisdicción sobre ellos. Es la instancia de gobierno más lejana -la federal- la encargada de velar por su conservación. Así es en todo el país. En "Tres Palos", se pesca sin miramientos, se caza sin control, se riega combustible en el agua y todo lo que el lector pueda agregar para destruir un ecosistema maravilloso. En "El Revolcadero" las plagas destructivas no podrían ser peores. Hay todo lo anterior más una adicional: las cuatri-motos. Se trata de unos aparatos que pueden ser muy divertidos cuando se les regula y que incluso pueden generar ingresos a sus dueños cuando se les alquila. Lo mismo ocurre con los Jet Skies. El problema no es el aparato en sí mismo sino la regulación de su uso. Cualquier aparato puede ser una maravilla o una amenaza. No se trata de bloquear el uso de un instrumento creado por la inteligencia humana. Defenderé el derecho a usarlo, pero también defenderé que su uso no dañe a terceros. Es el caso.

"El Revolcadero" es espléndido para trotar, caminar, hacer yoga o simplemente para que los niños jueguen con las olas de una playa larga, extendida y plana, fantástica para esos fines. Pero desde hace años una invasión de cuatri-motos ha venido a destruir esa paz...

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