Federico Reyes Heroles / Afrenta

AutorFederico Reyes Heroles

Qué tragedia, le comento aprovechando el paso lento en el empedrado. El número de muertos, los desaparecidos, los cuerpos destrozados, los heridos, las familias en la desesperación. En todo hay coincidencia, no esperaba algo diferente. Sin embargo después vino la sorpresa, pero los van a indemnizar muy bien. Los de Pemex son muy ricos. Yo tengo un cuñado de mi edad y el condenado ya se jubiló. Lo dice con verdadero enojo y con envidia. Los taxistas son un termómetro que nunca hay que desperdiciar. Si le digo, los salarios son buenos y el régimen de pensiones espléndido. Son ellos los que se quedan con los beneficios del oro negro, lanza la expresión con ironía. Allí comenzó la discusión.

Traté de explicarle que técnicamente la empresa está quebrada o casi, que los ingresos federales dependen en alrededor de 40% de la renta petrolera, que la gasolina que él utiliza está subsidiada, que ese subsidio es cuatro veces lo que se destina al programa Oportunidades que beneficia a los más pobres. Allí la plática se puso tensa, pues entonces que nos autoricen tarifas más altas, porque de plano no sale. Mejor regresé al asunto fiscal y la necesidad de darle a Pemex la oportunidad de capitalizarse, de asociarse y de gravar sus ingresos como a cualquier otra empresa, le hablé del terrible daño que nos estamos causando como país al rezagarnos en nuevas tecnologías, en exploración. Le expliqué los riesgos de ir a aguas profundas solos, le recordé del caso de BP en el cual el descontrol en sólo un pozo les había costado en indemnizaciones y daños más de 200 mil millones de dólares. Se hizo un silencio.

Noté que había una fuerte barrera emocional: los de Pemex son ricos; nosotros (el ciudadano común) no obtenemos ningún beneficio; me da lo mismo el futuro de la empresa; a mí como mexicano el asunto de las finanzas de Pemex y las públicas ni me va ni me viene. Me quedé pensando que como ese taxista hay millones o decenas de millones de mexicanos que crecieron con la renta petrolera sin saberlo. No sienten que en su vida cotidiana haya algún beneficio. Tampoco sienten que Pemex sea suyo, no sólo lo miran muy lejano sino que incluso ven en los petroleros a unos privilegiados. Una o varias generaciones que desconocen los esfuerzos de la empresa y sus trabajadores por mantener la exploración y explotación marina, y que todos los días hay alrededor de 40,000 personas trabajando en el mar en condiciones muy difíciles. La emoción nacionalista tiene buenas razones...

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