Federico Reyes Heroles / Acoso

AutorFederico Reyes Heroles

"La muchedumbre tiene muchas cabezas, pero poco cerebro".

Thomas Fuller

Por la noche deben haber festejado. Salud, salud, lo hicimos. El orgullo debe haberlos invadido. Ufanos por su hazaña deben haber pensado que le hicieron un bien al País, envalentonados echaron la soga al cuello, jalaron, a la una, a las dos y a las tres. El espectáculo llegó al clímax: Fox caía al piso, como Hussein. ¿De verdad son iguales? Ya en el piso, derribado, por qué no brincar sobre la pieza, escupirle o qué sé yo. La sensación debe haberles provocado algo de placer, perverso placer. La masa se impone con la marca de bestia que siempre lleva. Fox en el piso y ellos triunfadores de una simbólica batalla.

¿Ganamos algo? ¿Es hoy México mejor que antes de que cayera la absurda estatua, más justo, más próspero? ¿Acaso somos más libres? ¿En qué mejoramos? La imprudencia del ex Presidente no puede ser mayor. Sus recientes apariciones en la televisión estadounidense son patéticas. Es un verdadero imprudente, irresponsable, vanidoso y me quedo corto. Hiere a México. El Alcalde de Boca del Río actuó como una insensible comparsa. Colocar la estatua fue una provocación. Todo eso es cierto, pero la respuesta es igual de vil. Los juicios históricos no se ganan ni colocando ni derribando estatuas.

Por ser un acto violento en sí mismo es contrario a la política. Qué hubiera ocurrido si en lugar de simplemente tirar de la soga, se hubiera conformado un comité contrario al provocador y prematuro reconocimiento. Reuniones públicas de rechazo, manifiestos, solicitudes con firmas, entrevistas por radio y televisión, expresiones de repudio al ex Presidente como reproducir sus célebres expresiones por altavoz, a la larga el Alcalde hubiera tenido que dar marcha atrás. Pero la violencia, y se trata de un acto violento, nunca será defendible, es la antipolítica.

Como dijera el propio Fuller, el número de malhechores no autoriza el crimen y aunque éste no fue un crimen sí fue un acto repudiable por la violencia implícita. Se dirá, como muy frecuentemente, que la primera violencia provino del imprudente gobernante local que decidió colocar la estatua de Fox. Se trata de un argumento tan común como insostenible: como otro hizo algo que yo considero violento estoy autorizado a lo que sea. El único problema es que la ley, a la que todos debemos someternos por convicción y conveniencia, no determina que colocar una estatua sea contrario a ella. Puede estar mal o bien que así sea, quizá...

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