Federico Reyes Heroles / Una y una

AutorFederico Reyes Heroles

Para la familia De la Fuente.

Buenas noticias. La iniciativa preferente rindió resultados. Durante décadas vivimos con una concentración exacerbada de poder en el Ejecutivo federal. Sin embargo el arribo del Gobierno dividido no llegó acompañado de una revisión de las facultades de ese poder. El péndulo pareció irse al otro extremo. Iniciativas paralizadas, presupuestos siempre a punto de abortar, veto limitado y otras fórmulas disfuncionales por momentos arrinconaron al Presidente. Para que toda democracia opere se requiere que los poderes estén equilibrados pero que no se paralicen unos a otros. La falta de acuerdos en el Legislativo ha provocado situaciones vergonzosas: el vacío de un sitial en la Suprema Corte o la ausencia de tres consejeros electorales del IFE en pleno proceso. Una institución dañando a otra.

La iniciativa preferente recuperó la posibilidad de que el Ejecutivo imprima cierta dinámica legislativa a lo que desde su perspectiva es prioritario. La gestión de Calderón cierra con dos logros muy relevantes: la Ley de Contabilidad Gubernamental y la Reforma Laboral. Por supuesto que desde una posición de principios la democracia y transparencia sindicales son deseables. Pero recordemos que menos del 5 por ciento de los mexicanos pertenece a una organización sindical. La nueva ley atraerá inversión, dará impulso a las Pymes, logrará mejores condiciones laborales para mujeres y menores y fomentará el empleo formal. Pero la mejor noticia es que, a pesar del absurdo sainete de algunos senadores panistas, esas dos iniciativas no hubieran cruzado el Legislativo si PRI y PAN no negocian, si no hubieran hecho política. Para eso están allí no para intentar aniquilarse unos a otros.

Con la alternancia en el 2000 muchos panistas cayeron en la tentación de pensar que el verdadero triunfo de la democracia mexicana implicaba la desaparición del PRI. Ningún dato apuntalaba que ese sentimiento estuviera en la mente de millones de electores que siguieron favoreciendo al tricolor. Fox y Calderón fueron erráticos y equívocos en el discurso que utilizaron. Un día se decían Presidentes de todos lo mexicanos para al siguiente salir a denostar a los miembros de ese partido. Por su parte el PRI cruzó por un proceso de lento aprendizaje como opositor leal. No falló en los momentos clave como fue la toma de posesión de Calderón, pero hubiera podido colaborar más en algunos asuntos centrales. Eso pareciera haber cambiado.

Es claro que ciertas reformas...

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