Federico Reyes-Heroles/ El gran misterio

AutorFederico Reyes-Heroles

Cómo negar que se trata del más grande de los misterios. En los 25 siglos de historia registrada del pensamiento humano, de la filosofía, ha sido tema permanente, obsesión. No se trata de un asunto exclusivo de teólogos y filósofos, de sacerdotes y seres de fe. El sentido común obliga. Quizá fue ese asombro del mortal simple lo que llevó a Víctor Hugo a definir a Dios como el "invisible evidente".

¿De dónde salió todo los que nos rodea? Y el de dónde de inmediato provoca el cómo, que al principio, pero sólo al principio parece instrumental. Finalmente viene el quién. ¿Quién ideó la savia que da vida a los árboles, quién la fotosíntesis, quién concibió la vida de los mares o la capacidad de vuelo de las aves, quién el DNA? ¿Quién, quién, quién?

Los sociólogos de los 60 preveían una reducción y debilitamiento del pensamiento religioso. La creciente cultura científica lo arrasaría todo. Medió siglo después aquí estamos, maravillados, mirando al cielo ayudados por el "Hubble" que es el gran cómplice de nuestra curiosidad astral. Al contrario de lo pronosticado, entre más hurgamos en la complejidad de la vida, del cosmos, de la materia, más motivos tenemos para regresar al gran misterio. De dónde, cómo, y el ineludible quién.

Aristóteles encadenó hacia atrás sus razonamientos y explicaciones terrenales. El humano podía comprender que el río de hoy fue un riachuelo hace millones de años y que un árbol está allí porque hubo una generación previa que se reprodujo. Pero al final del encadenamiento, concluía Aristóteles, tuvo que haber una fuerza primigenia, superior, un especie de creador de todo y de sí mismo.

Desde entonces el ramillete de versiones sobre el origen del origen se ha enriquecido. Hasta uno de los enciclopedistas, Voltaire, lanzaría: "Si Dios no existiese sería preciso inventarlo". Es por ese acto de admiración, de contemplación de aquello que es superior a lo humano, de ese "invisible evidente", de esa fuerza primigenia, que se puede entrar al sendero que conduce al pensamiento religioso.

Buscar una explicación al Gran Misterio y creer en ella como un auxilio para conducir nuestra vida puede ser el impulso inicial. Pero el asunto se vuelve más complicado. El asombro conduce a la sana especulación y la explotación de ésta queda en manos de humanos. Allí se acaba la frescura y el asombro y aparece la competencia, la intolerancia, el odio, la guerra. ¿Por qué?

El pensamiento religioso como expresión de asombro ante la creación no...

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