Federico Cantú: El flechador solitario

AutorAbraham Vázquez

Disparaba con voracidad estética sobre el lienzo, el papel o la piedra viva. Por flecha, solía llevar un pincel, un buril o un cincel; el arco empuñado con la entraña y la mira al Sol de la creación artística.

Federico Cantú, por instinto, cazaba a su presa: la obra de arte.

"Lo único que no puedo evitar es hacer arte", solía expresar el artista nuevoleonés.

Rebelde a las escuelas pictóricas y las modas, prófugo de los colectivos, cazador de la belleza y recolector de mitos, Cantú militó entre los gigantes de la plástica del Siglo 20 en México.

Pero a pesar de que dejó su huella en íconos del País como el símbolo del IMSS, su nombre apenas se menciona, a diferencia de algunos de sus maestros, amigos y enemigos como Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, Frida Kahlo y José Clemente Orozco.

A 100 años de su nacimiento, el artista considerado "El gran olvidado" acecha a la desmemoria. Creador de un universo particular en el que conviven santos con desnudos femeninos, guerreros griegos con aztecas, arlequines con retratos, Cantú es razón que obliga.

En medio de los festejos por el centenario de Frida, su obra, con los trazos neoclásicos y neobarrocos que lo distinguieron entre sus contemporáneos, reclama atención por su sello, coinciden los especialistas.

"Tenía personalidad estética y artística. Es reconocible Cantú en su producción, no hace falta ver su firma. Esto sucede cuando un artista tiene una personalidad visual muy acentuada", señala la crítica de arte Raquel Tibol.

El artista, fallecido en 1989, será recordado en la Ciudad en septiembre con una exhibición que prepara la Pinacoteca del Estado en el Colegio Civil Centro Cultural Universitario.

Además se avanza en el proyecto de rescate, ahora como museo y mirador, de "Los Altares", bajorrelieve monumental localizado en Iturbide, que se derrumbó hace casi un lustro.

Las flechas de Cantú parecen apuntar otra vez hacia el Sol.

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Un día de 1921, apareció por Coyoacán, en la Escuela de Pintura al Aire Libre, dirigida por el regiomontano Alfredo Ramos Martínez, un adolescente de 14 años.

También provenía de la Sultana del Norte, se llamaba Federico Cantú Garza. Nacido el 3 de marzo de 1907 en Monterrey, había crecido entre revolucionarios y arte.

Sus padres fueron dos personalidades de la cultura nuevoleonesa: María Luisa Garza "Loreley", novelista, y Adolfo Cantú, periodista y opositor a Porfirio Díaz.

Cantú pasó su infancia entre Cadereyta Jiménez y San Antonio, Texas, rodeado de...

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