Una Fecha dividida

AutorRafael Aviña y Hugo Hernández

El estreno de 'Fecha de caducidad' puso a pensar a nuestros críticos, Rafael Aviña y Hugo Hernández, quienes tuvieron opiniones encontradas de la cinta filmada en la Ciudad

A FAVOR

RAFAEL AVIÑA

El crítico califica: ***

Despiadada comedia

Desde su primer cortometraje, Cruz (1998), seguido de La mesa servida (2000) y, sobre todo, Señas particulares (2006), la entusiasta realizadora tapatía Kenya Márquez fue preparando, de a poco, su ópera prima con todos los elementos de aquellos breves relatos para dar forma a Fecha de caducidad (2011).

Película escrita por ella y el jalisciense Alfonso Suárez, coguionista a su vez de la nueva versión de Hasta el viento tiene miedo (2007) y esa pequeña e incomprendida rareza que es Puños rosas (2004) de Beto Gómez.

Kenya Márquez recupera al retrato doméstico de provincia a través de un divertido humor negro sostenido en un tono amable sin llegar a extremos convulsos. Ello, para contar una historia de amor condenada al fracaso que involucra a tres seres solitarios y marginados, espléndidamente caracterizados.

La anciana Ramona (Murguía), quien mantiene y cuida al bueno para nada de su hijo Osvaldo (Lalo España); Genaro (Alcázar), un freak mil usos con conocimientos de medicina forense, quien igual consigue piezas de autos que lleva serenatas, y Mariana (Centeno), una jovencita que huye luego de dar muerte a su marido golpeador y abusivo.

Pese a las referencias a Seven (Fincher, 1995) y a Barton Fink (Coen, 1991) por aquello de una cabeza en una caja de cartón, Fecha de caducidad se aproxima más a aquellas despiadadas comedias de ironía social al estilo de Jim Jarmusch, o los hermanos Kaurismaki, donde se entrecruzan los destinos de personajes errantes y abandonados por una sociedad que rechaza a lo otro.

Ya sea una mujer de la tercera edad, una muchacha que vive sola, o un hombre casi subnormal que acepta los trabajos que nadie quiere realizar.

Lo mejor del filme se ubica precisamente en su sencillez y en su manera sutil de abordar la puesta en escena a través de un ritmo pausado y efectivo, y un trabajo histriónico de primer orden con un Alcázar irreconocible y una brillante actuación de la maestra Murguía.

Y no es que Fecha de caducidad se tome el asunto de manera ligera. Por el contrario, ha encontrado la forma de hablar de todos aquellos temas que ahogan a la sociedad: violencia, feminicidio, burocracia, soledad, frustración, marginación, ilegalidad, e incluso migración, a través de una historia...

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