Fatiga Crónica: Impide ignorancia su detección

AutorLeticia Sánchez y Aideé Molina

Pasó por el consultorio del reumatólogo, después por el del quiropráctico y del endocrinólogo, por último acudió con un especialista en cardiología, pero ninguno de ellos pudo determinar qué era lo que le ocasionaba a Dalila Abascal el insoportable dolor en la espalda y el insomnio que no la dejaba a dormir por más cansada que estuviera.

"Todos me recetaron medicamentos distintos, me mandaron a hacer estudios de laboratorio, y por lo menos cuatro veces me hicieron análisis de sangre. Ninguno le atinó, nadie encontró la causa de mi agotamiento y de ese dolor impresionante que me recorría todo el cuerpo, que me ponía de nervios y me provocaba taquicardia", dice.

Tuvieron que pasar por lo menos dos meses antes de que su médico de cabecera diera en el blanco, gracias a que había leído un artículo en una revista que describía los síntomas de Dalila: ella padecía el síndrome de fatiga crónica (SFC), un mal que se estima afecta al 2 por ciento de la población mexicana.

Como ella, miles de personas en el mundo tienen este problema sin saberlo y sin encontrar a un doctor capaz de detectarlo, y esto se debe a que ellos mismos desconocen su existencia, advierte Manuel Martínez Lavín, investigador clínico del Departamento de Reumatología del Instituto Nacional de Cardiología.

Se trata de un padecimiento que apenas se conoce en México hace una década, señala el también presidente de la Asociación Mexicana de Reumatología, por ello, los doctores todavía no pueden diagnosticarla.

Incluso, las autoridades de salud la consideran como una consecuencia de la vida moderna, por lo que no se han destinado recursos, ni un apartado para investigar sus causas y efectos.

Para difundir la existencia de este síndrome, que tan sólo en Estados Unidos representa un gasto de 10 mil dólares anuales por paciente, el próximo 12 de mayo se conmemorara el Día Internacional de Reconocimiento del Síndrome de Fatiga Crónica.

Los Síntomas

Los dolores musculares repetitivos, el cansancio cotidiano atribuido al estrés, las noches de insomnio y las migrañas que no tienen una causa aparente podrían ser síntomas de este trastorno que no puede detectarse a simple vista.

"Yo me la pasé justificando lo que me pasaba: si me sangraban las encías era por el cepillo de dientes nuevo, si se me caía el pelo era por el acondicionador o si me salían hongos era por el calor", relata Paulina Zubiría.

Esta negación a estar mal terminó cuando, en poco tiempo, sólo rodando de la cama podía levantarse...

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