Mauricio Farah Gebara / Migración: reforma cancelada

AutorMauricio Farah Gebara

Una vez más, la anunciada reforma migratoria en Estados Unidos naufragó. Los más optimistas creen que el tema volverá a la agenda del Congreso en 2009. Pasarán dos años, al menos, para que se abra de nueva cuenta la posibilidad de la regularización de millones de personas y la apertura de cauces legales para la migración de trabajadores. Lo único que avanza sin mayores obstáculos es el incremento de la vigilancia en la frontera.

Quizá debido a ello se producen declaraciones como la del representante de Washington en Honduras, Charles Ford, quien reveló el secreto: "Las reformas migratorias podrían ser aprobadas por el Senado de EU hasta que cese el flujo de inmigrantes indocumentados". O sea, algún día.

La cancelación de la discusión en el Senado, se ha dicho, fue resultado de la falta de acuerdos, aunque cabría la hipótesis opuesta, es decir, que fue resultado del único acuerdo que lograron los senadores: que todo siga igual.

Que todo siga igual no puede ser una buena noticia, porque significa que alrededor de 12 millones de personas seguirán viviendo en la penumbra social; que, carentes de opciones legales, los trabajadores migrantes continuarán contratando a traficantes de personas para que los internen clandestinamente en Estados Unidos; que persistirá la separación de familias, ya sea como resultado de las redadas o por la imposibilidad de que los familiares de los migrantes puedan reunirse con éstos por vías legales; que cientos de miles de mexicanos y centroamericanos seguirán exponiendo su vida en las montañas, los ríos y los desiertos fronterizos, y que muchos de ellos, en efecto, terminarán por nutrir los números de la tragedia: es posible que en 2007 la cantidad de fallecimientos en la frontera alcance la mayor cifra histórica.

A falta de reforma, la política de Estados Unidos se reducirá a la contención del flujo migratorio y, quizá, a la realización de redadas. Pero es posible que exista otra política subyacente, no pronunciada en voz alta, semioculta, que consiste en aumentar lenta y sistemáticamente la vulnerabilidad de los trabajadores migrantes, acosarlos, amagarlos, cercarlos a tal punto que opten por la sumisión laboral y social. Se trataría de orillarlos a una supervivencia práctica: aceptar la explotación, los bajos salarios, la carencia de prestaciones, la restricción al acceso a servicios de asistencia social. Todo a cambio del "privilegio" de vivir y trabajar en Estados Unidos.

Las legislaturas locales están...

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