Fábulas perrunas

Los fabulosos "candidates"Carolina Rocha MenocalEL UNIVERSAL(Embargada para sitios en Internet hasta las 24:00 horas locales)La letra con sangre entra y la fábula con reglas y golpecillos en los nudillos.Ajá. Su Adelita no fue una niña de aprendizaje veloz. Ningún conocimiento se adhería a su cerebelo por absorción voluntaria, así que mi acercamiento al mundo de las fábulas se desarrolló a golpe de gisazos, castigos y el flagelo de la vergüenza pública -la privada ni existe y para muestra, nuestros políticos: siempre discretos y pocos dispuestos a abochornarse por sus actos.Pero volvamos a las fábulas, pues estas moralejas deberían de estar incluidas en los manuales políticos de los candidatos.La que escribe asistía de niña a una escuela privada muy poppis y con ínfulas de nobleza. La vida escolar se llevaba a cabo en una casita de tres pisos ubicada en Polanco, que era dirigida por un par de hermanas de apellido Durand. Su Adelita siempre fue la peor del salón.De hecho, cada mañana me maravillaba de lo que ocurría en el aula. Éramos 16 alumnos y todos asentían mientras "Madame Pierrette" rumiaba palabras guturales a las que yo entendía nada. Las clases eran en francés -mis papás eran un par de mexicanísimos (la madre cubana naturalizada) pero muuuuy aspiracionales e ideáticos en cuanto a la educación de sus hijas- y la teoría suponía que los de segundo de primaria, el año que su Adelita cursaba, ya lo hablaban. Yo no. Decía "Madame, Monsieur", "oui, non" y cada día me sentaba en el pupitre con la esperanza de que por ósmosis esa mañana dominaría el idioma.Ilusa. Así, no ocurrió. Por ello, sin masticar 'le français' aprendí la primer fábula de mi vida: "Le corbeau et le rénard" (el cuervo y el zorro), de La Fontaine. Reconozco que cuando la declamé ante un público de alumnos dados a soltar la carcajada al primer desliz lingüístico, yo ni sabía de qué trataba.La "fable" (fábula, en francés) me sabía a sable (arena, en el idioma galo) y aunque intuía que el 'corbó' era un ave, siempre lo imaginé como tucán o perico hocicón, pues por su pico, como el pez por la boca, murió.En sentido literario, aclaro, porque La Fontaine no mataba animalitos; excepto al cordero, ¡ajáaaaa! el cordero tan alineado, principesco y disciplinado, pero tan cándido -un candidote azul pues- que cae en los dientes del lobo. Pero esa es una fábula sobre la debilidad del débil y yo hablaba de la del cuervo que se refiere a la vanidad.Así va el cuento con moraleja y...

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