Fábrica de Luz/ Segunda Piel: Con los prejuicios de siempre

AutorJulia Elena Melche

Mediante un guión que contiene apuntes autobiográficos, el cineasta español Gerardo Vera lleva a la pantalla su tercera película Segunda Piel (99), donde una joven y guapa mujer con una situación económica desahogada y que cree tener la familia perfecta, descubre la infidelidad de su esposo Roberto (Jordi Mollá), un exitoso ingeniero aeronáutico y amoroso padre del pequeño Adrián.

Sólo que la rival en amores de Elena (Ariadna Gil) resulta ser el apuesto cirujano traumatólogo Diego (Javier Bardem), quien asumió su homosexualidad desde hace mucho tiempo.

El asunto de las parejas gay que buscan cubrir las apariencias de su relación, abordado con humor aunque con diferentes resultados en las comedias de enredos La Jaula de las Locas (Molinario, 78) y Banquete de Bodas (Lee, 92), se rige ahora por melodramatismos convencionales que remiten a Doña Herlinda y su Hijo (Hermosillo, 84).

El director Vera opta por un realismo contemplativo, de buen tono, inofensivo y pudoroso, que maneja con cautela, para suavizar el asunto de un marido y padre bisexual, en una ausencia de novedad y de audacia, a pesar de que la propuesta inicial prometía ser sugerente y de carácter libertario.

En su lugar, excluye al protagonista -atrapado entre el deseo físico por su amigo y el amor hacia su esposa- de cualquier tipo de desafío y lo hace padecer las tribulaciones de la culpa por sus infracciones a la moral tradicional.

En Segunda Piel no existe la homosexualidad como vivencia sensual y derecho propio que se practica sin complejos en Las Aventuras de Priscilla, la Reina del Desierto (Elliott, 94) ni tampoco aporta la vitalidad de una disidencia erótica...

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