Ezra Shabot / La explosión política

AutorEzra Shabot

Es cierto que los equilibrios dentro de las diferentes opciones electorales estaban a punto de colapsar como consecuencia del proceso de retirada unilateral de Gaza promovido por el primer ministro Ariel Sharon.

La figura que mantenía el frágil funcionamiento del gobierno de coalición era el líder laborista Shimón Peres, el cual proponía mantener la alianza hasta las elecciones programadas originalmente para noviembre próximo.

Sin embargo, la imagen de Peres, tan popular fuera de Israel, volvió a fracasar una vez más, ahora dentro de su propio partido.

Un joven dirigente sindical, que se había escindido del laborismo por considerarse desplazado de la toma de decisiones del partido, Amir Peretz, se reintegró a él y en una verdadera revolución interna, ganó las elecciones bajo la promesa de hacer caer al gobierno de coalición y restaurar la imagen del laborismo como partido de trabajadores y sectores desfavorecidos de la sociedad israelí.

En un país en donde los problemas de seguridad han sido la principal preocupación de los distintos gobiernos, parecía imposible que el discurso de combate a la pobreza se convirtiese en el más importante argumento de la contienda electoral.

Y es que los años de crisis económica derivados de la recesión internacional, y el estallido de la intifada palestina que ahuyentó dramáticamente al turismo, terminaron por agudizar el estado de pobreza de más de un millón de israelíes, que carecen hoy de la protección de un sistema de seguridad social que durante años fue modelo para otras naciones.

El desmoronamiento del estado asistencial, producto de la globalización y el establecimiento de políticas neoliberales, provocó un aumento desmedido de la pobreza, sin que se crearan nuevas redes sociales de protección para ese segmento social vulnerable a los fenómenos de libre competencia e individualización de los servicios médicos y asistenciales.

Así, con la elección de Peretz y el crecimiento del factor social como elemento fundamental para el próximo proceso electoral, Ariel Sharon llegó a la conclusión que su asociación con la derecha nacionalista había llegado a su fin.

El viejo discurso de la fuerza y la conquista, fue sustituido por el de la negociación y el compromiso territorial con los palestinos, así como el de una nueva política social de empleo y seguridad social.

Sharon abandonó no sólo su extremismo ideológico y político, sino también a aquellos que lo acompañaron de una u otra forma dentro de su partido.

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