Ezra Shabot/ La guerra que viene

AutorEzra Shabot

El 11 de septiembre del 2001, se produjo el primer golpe de consideración a la seguridad interior de la Unión Americana, pero también se puso al descubierto el grado de confrontación existente entre una parte de la cultura árabe e islámica y el mundo occidental en su conjunto.

Los sentimientos antiestadounidenses en el mundo árabe se han intensificado desde la Operación Tormenta del Desierto, a pesar del apoyo recibido por los Gobiernos de la región ante la invasión de Kuwait por parte del dictador iraquí.

Sin embargo, la enorme amenaza que representó el proyecto expansionista de Saddam Hussein no fue suficiente como para modificar la actitud de repudio a la cultura estadounidense existente desde antaño en esa zona, fenómeno agudizado a raíz de la presencia militar de los Estados Unidos en 1991.

Este rechazo a Occidente no se produce únicamente en países como Iraq, o en el Irán dominado por el fundamentalismo islámico, sino también en la propia Arabia Saudita, con un régimen supuestamente proestadounidense, pero en donde Al-Qaeda de Bin Laden, asociado con miembros de la clase gobernante saudita, fueron capaces de planear y ejecutar atentados terroristas contra intereses estadounidenses en diversas partes del mundo.

Los reportes de detenciones arbitrarias y de torturas en contra de ciudadanos estadounidenses e ingleses en este país, con acusaciones de espionaje incapaces de ser enfrentadas en tribunales abiertos, son una expresión de la gran distancia existente entre dos culturas con parámetros y valores radicalmente diferentes.

Para el mundo árabe y musulmán, la presencia de una entidad occidental y judía en la región sigue siendo inaceptable. A pesar de los acuerdos de paz establecidos entre Israel, Egipto y Jordania, el rechazo de la mayoría de los países árabes a la presencia judía en Medio Oriente se expresa constantemente.

Este factor sigue siendo fundamental para el discurso unificador de los Estados árabes y musulmanes, quienes en su compleja división encuentran un punto de acuerdo en su oposición a la presencia judía en la región.

La legitimidad del Estado de Israel como Estado judío, seguirá siendo por mucho tiempo fuertemente cuestionada por las sociedades árabes y musulmanes, las cuales no están dispuestas a aceptar en Medio Oriente a una entidad ajena al Islam y que represente para ellos un símbolo de Occidente. Si a esto le aunamos el conflicto entre los palestinos e Israel, el problema aumenta significativamente.

Es por esto...

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