Extiende tus travesías en el papel

AutorCarmen González

El ser humano puede darse el lujo de ser otro durante sus viajes. La inspiración asalta al viajero de pronto, en cualquier lugar, a cualquier hora, y lo que es agradable a los ojos, lo sorprendente, puede presentarse hasta en los sitios más insospechados.

De estos paisajes, de estos sentimientos arrebatados y pensamientos confusos nacen los diarios de viaje, esos cuadernitos, escritos ya con lápiz, ya con tinta azul, negra o roja, llenos de boletos de tren, tickets de restaurantes y servilletas con recados, que reviven en la memoria cada pueblo, cada sonrisa, cada aventura, con sólo cambiar de página.

De la vista nace el amor

Antes de comenzar a escribir un diario de viaje se deben tener los instrumentos de escritura.

"Yo soy un fetichista, así que para mí los instrumentos ideales son un cuaderno y una pluma que motiven a la escritura y que querramos traerlos a todas partes, es decir, que nos gusten como objeto y que además sean discretos. Incluso podrían adquirirse en el primer sitio de llegada para darle mayor simbolismo al propósito", aconseja el escritor mexicano Juan Manuel Servín.

"Lo más recomendable es la famosa libretita, precisamente por su aspecto práctico; incluso muchas veces recomiendo no llevar cámara, porque la cámara simplifica la experiencia, mientras que si no la llevas, tienes que detenerte y decir 'lo voy a observar para que me pueda acordar; esto se va a quedar como una imagen en mi mente, pero sin la fotografía'", es el ejercicio, un tanto extremo, del narrador y ensayista Hernán Lara Zavala.

El escritor norteño Elmer Mendoza tuvo una mala experiencia, pero aprendió la lección: "Acabo de regresar del sureste, de las zonas arqueológicas de Calakmul y Becan; perdí la primera pluma y me angustié, porque traía mi cuaderno de notas en la mano y ¡no tenía con qué escribir!, voy a mi mochila, y sólo tenía la pluma fuente, y que empiezo a hacer notas con ella y ¡que se le acaba la tinta!, y sólo me quedaba una pluma roja que es la que yo uso en las correcciones de mis textos, y pues con esa, y ahora mi cuaderno tiene un montón de páginas escritas con pluma roja porque no me quedaba de otra. Ahora llevo varias plumas".

Curiosamente, ninguno de los autores recomienda llevar una computadora personal, y es que el sólo hecho de ver la propia letra plasmada en papel, tachoneada, "a la carrera", permite recordar aún más datos de la vivencia como el estado de ánimo o las condiciones en las que se tomó el escrito.

Lo difícil se vuelve...

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