Explora Gravas la música latina

AutorErika P. Bucio

Impedida para volver a Europa por el cierre de fronteras impuesto por la pandemia, la cantante griega Alexandra Gravas se encontró en marzo de 2020 varada en la Ciudad de México.

Si no podía regresar a casa, convendría aprovechar el tiempo y grabar un disco.

"La llorona" fue primera elección; había incorporado la canción cuando fue invitada a cantar en Toluca, en la Sala Felipe Villanueva, alrededor del Día de Muertos. Así conoció la interpretación de Chavela Vargas, y la mezzosoprano quedó fascinada. Fue la puerta de entrada a un nuevo repertorio, y decidió que grabaría entonces con Los Macorinos, Miguel Peña y Juan Carlos Allende, acompañantes de Chavela por una década; su deseo era grabar con el magnífico sonido de sus guitarras.

Pero más allá de "La llorona" y otra canción, "La noche de mi amor", no tenía más propuestas, así que se puso a escuchar a otros cantantes y escoger temas.

"Las interpretaciones de Chavela Vargas y sus elecciones del repertorio me han influido, porque adoro a esta señora, la manera que canta, un estilo único. Me dediqué a escuchar a otros, y fue realmente la primera vez que descubrí esta cultura, la poesía de las canciones", comparte en entrevista Gravas, quien ha estado en el País en otras ocasiones, pero que ahora tiene de frente el reto de compartir el nuevo repertorio en dos foros la próxima semana, el 28 de octubre en el Festival Internacional Cervantino (FIC) y el 31 en el capitalino Teatro de la Ciudad Esperanza Iris.

No se trató, dice, de elegir cualquier canción, sino crear algo nuevo. "No quiero ser una cantante de karaoke, quería hacer algo que no hubiera hecho antes".

En la elección del repertorio para el álbum El amor es vida contó con el consejo de Los Macorinos. Peña, por ejemplo, le sugirió "Un mundo raro", de José Alfredo Jiménez, y Allende, siendo argentino, propuso "Chiquilín de Bachin", con música de Astor Piazzolla y letra del poeta Horacio Ferrer.

Se enfrentó a dificultades, y descubrió, por mencionar un caso, que Lola Beltrán, a lo largo de los años, varió la letra de "Cucurrucucú paloma", de Tomás Méndez, una de las 12 canciones del disco. ¿Cuál era entonces la definitiva?

El trabajo implicó conseguir una impecable pronunciación. Trabajó en ello con Allende, sobre todo con la letra "r", problemática para quien el español no es su lengua materna.

Gravas nació en Alemania, de padres inmigrantes griegos, y no quería que dijeran que su pronunciación, "para ser una extranjera", era suficiente.

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