Exorciza paisaje onírico

AutorMaría Eugenia Sevilla

Frente a un mar rodeado por una arquitectura exuberante y atemporal, de altísimas torres y brillantes edificios refrescados por una tenue lluvia y una extraña música sutil, se soñaba Vicente Rojo, adulto, en un sueño recurrente que le angustió durante 10 años.

"Era angustioso porque era hermoso", refiere el artista plástico nacido en Barcelona en 1932, quien al cabo del viaje onírico, se veía convertido en un niño. Empujado por el afán introspectivo que le caracteriza, decidió exorcizar aquel paraje subconsciente en 35 cuadros de pequeño formato que hace dos años expuso en la Galería Artur Ramon Art Contemporani, en Barcelona, y que ahora reúne en una publicación bajo el título de Escenarios de la memoria, Treinta y cinco jardines.

"Aquél paisaje recurrente no existe, es totalmente imaginario, eso es lo que lo hace más angustioso, que estoy en un lugar que no sé cuál es", confiesa el pintor radicado en México desde 1949.

Si bien los paisajes que pintó a partir de su sueño no se presentan igual que en su ambiente original, Rojo intentó rescatar su brillantez y color, así como "su misma arquitectura poderosa y ominosa" que se muestra a través de las formas geométricas que han caracterizado su búsqueda formal.

"En mis cuadros busco reflejar una realidad muy concreta: las formas que nos rodean, que todo el tiempo están presentes", afirma quien "como una obsesión" ha escudriñado la realidad ante sus ojos para extraer, de sus más complejas formas, las más simples, a modo de sencillas preguntas.

"Desde que hice esas obras mi sueño no se ha repetido y espero que no se repita, que haya quedado exorcizado", revela el también escultor, con un dejo de tranquilidad.

Pero la...

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