¿Qué exigirle a Peña, AMLO o Josefina?

(Embargada para sitios en internet hasta las 24:00 horas locales)Agustín BasaveDirector de Posgrado de la Universidad IberoamericanaEL UNIVERSALA mi juicio, los principales problemas de México son cuatro. Dos son nuevos -la violencia del crimen organizado y las mayorías legislativas efímeras- e implican rediseños inmediatos de estrategias y de instituciones, y dos son viejos -la corrupción y la desigualdad- y presuponen laboriosas reformas que acerquen la ley a la realidad y redistribuyan el ingreso; cada uno provoca diferentes daños a distintos mexicanos y todos ellos generan ingobernabilidad.He aquí el peligro más inminente. Nuestra cohesión social es precaria, y si no actuamos en esos cuatro frentes, las llamas que abrasan otras partes del mundo tarde o temprano podrían alcanzar el pasto seco de nuestra sociedad. Y si bien al final del día el mantenimiento de la paz social depende de que políticos y empresarios actúen sin miopía y sin mezquindad, estoy convencido de que somos los ciudadanos quienes debemos presionarlos a tomar cartas en el asunto.Los remedios para el primer par de problemas son sencillos en la teoría y complejos en la praxis. El gobierno empieza a hacer lo que algunos pedimos desde el inicio del sexenio -pegarle a la delincuencia sus finanzas y emplear a las Fuerzas Armadas para operaciones quirúrgicas- pero de manera balbuceante y errática; y todos los partidos concuerdan en la necesidad de introducir cambios al régimen para que sea capaz de articular mayorías coherentes y de largo aliento en el Congreso, pero ninguno se atreve a pedir la adopción del parlamentarismo. Definir y defender teóricamente estas dos medidas es bastante fácil; que una partidocracia misoneísta y obsesionada con el juego de suma cero las pacte e implemente es virtualmente imposible. Los remedios para el segundo par de problemas, por su parte, son complejos y difíciles en la teoría y en la praxis. Para forjar una sociedad más honesta y menos desigual hay muchas propuestas, ninguna de las cuales es llana en su concepción o en su aplicación. Y si no hay acuerdos en torno a la seguridad y al mecanismo para procesar las reformas de gran calado que México necesita, temas de una agenda que tiene apenas cinco años, mucho menos los hay para contrarrestar las desastrosas consecuencias de la corrupción y la pobreza que venimos arrastrando desde hace cinco siglos. Usted puede discrepar de mi diagnóstico, pero confío en que coincidirá conmigo en que no es...

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