Examina contagio emocional

AutorJulieta Riveroll

Hasta en los encuentros más cotidianos entre dos personas se detona un enlace, cerebro a cerebro, capaz de provocar que los sentimientos y pensamientos propios afecten al interlocutor. Las emociones se contagian, sean positivas o tóxicas, gracias a los circuitos cerebrales que leen los mensajes no verbales de una manera inconsciente.

Daniel Goleman, autor del éxito de ventas La inteligencia emocional, explora en su más reciente libro cómo las relaciones humanas están mediadas por señales que el cerebro capta, dejándose influir por el estado de ánimo de las personas.

"Este enfoque, que viene de la neurociencia, significa que debemos repensar y redefinir el lugar que ocupan las emociones en todo: desde cómo aprenden los niños, cuál es el rol emocional de los padres al criar a seres saludables, hasta considerar qué hace a la gente más productiva en el trabajo.

"El conocimiento técnico es crucial; el IQ puede predecir tu ocupación laboral, pero es el trabajo interior -qué tan bien controlas tus emociones, qué tanta empatía tienes con la gente y cómo interactúas con ella-, lo que determina gran parte del éxito individual y particularmente del éxito del líder", explicó Goleman en entrevista vía telefónica desde Nueva York.

Si en su best seller aparecido en 1995 el doctor en psicología por la Universidad de Harvard habló de la habilidad personal para el control de emociones, ahora en Inteligencia social (Editorial Planeta) se concentra en la interacción.

Entre las aportaciones científicas que cita Goleman destaca el descubrimiento de la existencia de las "neuronas espejo" que detectan las emociones, movimientos e intenciones de la persona con la que se convive, y las reflejan en la propia actividad cerebral, como si realizara una labor de escaneo para conseguir una buena comunicación.

La afinidad entre las personas se pone de manifiesto en la coordinación de movimientos corporales, en la sincronía de la respiración y en el ritmo de la conversación; pero esa mímica surge de manera espontánea; porque si se hace intencionalmente se pierde la compenetración, precisó el autor.

"Cuando dos personas conversan y tienen una buena conexión sus cuerpos se mueven juntos y realizan una danza poderosa e invisible, su fisiología concuerda. Si no tienen una buena comunicación sus cuerpos se mueven de manera independiente", aclaró el director de la sección que The New York Times dedica al comportamiento y la neurociencia.

Para Goleman, la inteligencia social...

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