Evasión a México

AutorGerald Martin

El lunes 26 de junio de 1961, el tren que llevaba a la familia García Barcha a la capital mexicana hizo su entrada lentamente en la Estación Buenavista. "Llegamos a Ciudad de México en un atardecer malva, con los últimos veinte dólares y sin nada en el porvenir", recordaría Gabriel García Márquez. En el andén estaba esperándolos Álvaro Mutis, que les daba la bienvenida a México con aquella misma sonrisa rapaz con la que había recibido a Gabo en Bogotá en 1954. Mutis llevó a la exhausta familia a los apartamentos Bonampak, en la calle Mérida. Estaba justo en el linde con la Zona Rosa, recientemente tan en boga, y apenas a unas calles del corazón mismo de la ciudad, en el lugar donde sus dos grandes arterias palpitantes, el Paseo de la Reforma y la Avenida Insurgentes, quedaban seccionadas ante la mirada del guerrero azteca Cuauhtémoc. García Márquez recordaría que en aquel momento solamente tenían cuatro amigos en la ciudad: el mencionado Mutis, el escultor colombiano Rodrigo Arenas Betancourt, el escritor mexicano Juan García Ponce, a quien había conocido en Nueva York, y el cineasta y librero catalán Luis Vicens, que le había estado guardando la correspondencia.

En el sistema de partido único mexicano -controlado por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), cuyo nombre se prestaba a la ambigüedad y la contradicción-, la retórica del gobierno era mucho más radical que sus prácticas políticas. El PRI había surgido en los años posteriores a la Revolución mexicana de 1910-1917, la primera revolución social del siglo 20 y ejemplo para los progresistas latinoamericanos hasta que Castro hiciera su entrada triunfal en La Habana en 1959. Sin embargo, 40 años de poder habían ralentizado el progreso revolucionario hasta dejarlo prácticamente paralizado. García Márquez se propuso conocer sin pérdida de tiempo este nuevo y complejo país, donde, más que en cualquier otro lugar de América Latina, las cosas no eran nunca exactamente lo que parecían.

Una semana después -si bien García Márquez ha dicho siempre que fue al día siguiente de su llegada-, nada más levantarse por la mañana, García Ponce le dio una noticia: "Escucha esto -bramó el mexicano, que en una ocasión había hecho una sonada visita a Barranquilla y enseguida había aprendido a hablar como un costeño-, el cabrón de Hemingway se partió la madre de un escopetazo". Así que lo primero que García Márquez escribió, poco después de su llegada a México, fue un largo artículo en homenaje al difunto escritor norteamericano. El texto, "Un hombre ha muerto de muerte natural", fue publicado el 9 de julio por el influyente intelectual Fernando Benítez en México en la Cultura, el suplemento literario de uno de los diarios más destacados del país, Novedades. García Márquez, a todas luces emocionado por la muerte del hombre con quien años antes se había cruzado en aquel bulevar parisino, anticipó: "El tiempo...

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