Ética Empresarial/ Ética en la escuela

AutorGonzalo Rivero Torrico

Como lo hemos expresado en otras ocasiones, la escuela es, después del hogar, el sitio en el que los niños aprenden los valores y principios que luego utilizarán en su vida tanto familiar como de trabajo. Los padres en los hogares y los maestros en las escuelas son los modelos que los niños toman como referencia para su formación. Y la forma más efectiva para aprender cualquier hábito es mediante el ejemplo.

Esto nos debe llevar a reflexionar sobre lo que los padres de familia y los directores de los planteles educativos deben exigir de sus profesores, que deben ser verdaderos modelos en muchos aspectos. Quienes asisten a clases están en contacto con su maestro por más tiempo incluso que con sus mismos padres.

La puntualidad es un valor que se aprende tanto en el hogar como en la escuela Si el maestro llega tarde a sus clases, los alumnos pensarán que es una conducta adecuada y la adoptarán, lo que más tarde aceptarán como algo natural. Si el maestro es tolerante con las fechas u horas en las que se deben entregar las tareas y admite trabajos después de lo convenido, los alumnos pensarán que basta una justificación de cualquier tipo para entregar trabajos a destiempo. Si el maestro admite tareas mal hechas, los alumnos no cultivarán el valor de hacer trabajos de calidad.

Tal vez debido a las tolerancias comentadas, una conducta que podemos observar con frecuencia en nuestro medio es el poco respeto que tenemos para llegar a tiempo a nuestros compromisos. En el ámbito de trabajo se ha notado un cambio en esta forma de actuar, pero se mantiene en el ámbito social. Llegar tarde a un compromiso es no tener consideración con el tiempo de los demás, es una falta de respeto y afecta a las personas que nos esperan y por lo tanto es una conducta reñida con la ética, que sostiene que no se debe hacer a otro lo que no se quiera para sí.

En muchos planteles educativos de nuestro país se otorga al estudiante una tolerancia de 5 ó 10 minutos antes de anotar su atraso. Por tanto, no debe extrañarnos que en las oficinas se conceda a los empleados una tolerancia igual. Este comportamiento es un hábito aprendido desde la escuela. Y no debe extrañarnos que, al no haber exigencia por una tarea bien hecha en la escuela, el trabajador no tenga conciencia de que su trabajo debe ser de calidad.

Como lo expresamos en otra oportunidad, los estudiantes aprenden también de sus compañeros al observar su conducta e imitar a quienes admiran. Si los padres han inculcado...

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