Su sueño a los 11 años: estudiar en Harvard

Dalia Martínez, corresponsal

ZAMORA, Mich., junio 20 (EL UNIVERSAL).- Su mayor aspiración en la vida es desarrollar un día un invento tan revolucionario que maraville a la humanidad y nadie dude de sus bondades, porque sólo servirá para mejorar la vida.

Luis Roberto Ramírez Álvarez desconoce aún qué podría ser eso tan maravilloso, pero está seguro que tendrá que ver con la tecnología y la energía solar, y lo mejor de todo es que deberá ser muy barato, no contaminante y accesible para toda la gente.

La creación saldrá de su propia empresa, de la cual, dice, ya sabe su nombre: “Vomvonera”, con “uve”, por una explicación matemática que tiene que ver con ecuaciones donde alfas, betas y omegas intervienen. “Es una secuencia matemática sencilla, ¿entiendes?”, pregunta con insistencia.

También desarrollará otros inventos de los cuales prefiere no revelar mucho para que no se los vaya a piratear un vival, pero que podrían servir en un momento dado para viajar en el tiempo, aliviar el dolor de las guerras y también el hambre y la pobreza. El escaso metro y medio que levanta del piso no le impide a Luis Roberto pensar en grande y soñar con entrar algún día a la universidad más prestigiosa del planeta: Harvard, desde donde asegura, desarrollará fórmulas matemáticas y de física cuántica que le llevarán a crear sus grandes inventos.

Su nombre saltó a los medios de comunicación precisamente porque en días pasados se difundió una versión en la que se entendía que comenzaría a estudiar en esa institución estadounidense, la cual negó que estuviera inscrito. Sus padres aclaran que nunca fue así.

Por lo pronto, con su papá, el abogado Roberto Ramírez, se apoya desde hace meses en una fundación de empresarios michoacanos (Fucidim) para investigar, reunir y concretar algún día —no muy lejano, confía— los altísimos requisitos exigidos por la Universidad de Harvard, para que Luis Roberto cumpla su sueño de estudiar con las mejores mentes del planeta.

Su madre, Irma Fabiola Alvárez, una joven mujer profesionista que dejó de ejercer la carrera de administración de empresas para cuidar a sus dos hijos varones, mira con orgullo y preocupación la inteligencia de su primogénito. Dice que “ha sido un cambio drástico en la dinámica familiar”, en función de un niño que no quiere esperar a conocer todo lo que se le presenta.

Una máquina de preguntas

Su menuda figura metida en un cuerpo de menos de 30 kilos no alcanza a estar quieto por más de cinco minutos, como tampoco...

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