Desde la Esquina / Mundo muy enfermo

Ahora por lo menos ya recuerda cómo se llama.

Con el golpe algo se desajustó en su cabeza, está seguro. Esa noche de la primera posada venían bajo los efectos del alcohol, como dicen los periódicos. Ya estaban festejando la llegada del dos mil. No pudieron salir de la ciudad, y ahora querían simplemente sentir algo especial, como si las fechas o las horas se sintieran. Estaban de vacaciones.

Venían por la avenida Revolución. Bruno, que iba manejando, miró hacia atrás: no vio la aparición de aquella mole, un camión que se materializó en la noche frente a ellos. El frenazo dejó marcas de llanta en el piso, cerca de la esquina, pero no pudieron evitar el golpe contra un poste de luz.

Lo siguiente que Mundo recuerda es haber despertado bajo una luz amarilla que le taladraba los ojos. Una enfermera movía los labios mientras lo miraba: se le ocurrió que le estaba hablando a él. Se volvió a quedar dormido.

No supo si pasó algún tiempo, pero ahora sus ojos le decían que estaba que estaba en otro lugar, al menos los colores eran diferentes. Ya podía oír, pero estaba adolorido de todo el cuerpo. El sufrimiento de sus momentos despiertos no se compensaba con la visita de su familia. Le dolía no poder reconocerlos tan bien como antes.

Comenzó a sentir que el golpe había alterado, sobre todo, su percepción del tiempo. En ese cruce de caminos de la llegada del año dos mil, justo en la línea que divide los siglos, un momento de tontería daba como resultado, para él, un sentimiento de torpeza, una sensación rara, como de estar fuera del calendario que todos seguimos.

Preguntó la fecha. Su papá le dijo: "Ya estamos en enero del año dos mil". Tuvo que preguntar también cuándo había ocurrido...

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