Desde la Esquina / Escombros

... con un grito de estopa en la garganta / y una gota de asfalto en la retina. L.F.

Estaba de pie en el centro de la noche. Alta para sus catorce años, delgada, cabello muy largo, miraba fijamente hacia dentro del predio sin decir una palabra, a diferencia de centenares de vecinos y curiosos que murmuraban en voz baja. Llevaba horas ahí, paralizada, esperando recibir una buena noticia, mirando hacia el vacío.

Después de que Bomberos y Cruz Roja se retiraron, llegó la ambulancia forense. Colocaron el cuerpo de su padre lejos ya de los escombros, acordonaron el área con una tira de plástico amarillo. Luego, ella no pudo más y derramó todas las lágrimas que se habían negado a salir de sus ojos mientras estuvo ahí, clavada al asfalto, sin pensar, sin querer saber que él había quedado sepultado por el concreto. La historia se construyó así, sobre el andamiaje de la vida del barrio.

Su padre y sus vecinos habían comprado el terreno con el apoyo de la Asamblea de Barrios, dentro del Programa Vivienda Digna, y luego de un largo proceso, los futuros habitantes se pusieron a demoler los muros de la vieja vecindad para construir sus nuevas casas. Para el viernes pasado sólo quedaba en pie un último cuartito, de paredes pintadas de azul. En su prisa por terminar el trabajo nocturno y voluntario, en su deseo de ocupar ya unas viviendas que todavía no se han construido, en su urgencia de damnificados sociales por tener una casa propia, se dieron a la tarea de limpiar el predio. Los ladrillos de su vida pasada se fueron deshaciendo ahí, polvo y recuerdo.

Atrás habían quedado los momentos difíciles en que defendieron del propietario de la vecindad, las negociaciones, la compra del predio. Organizados como empresa colectiva y con diferentes niveles de compromiso e interés, los vecinos asociados...

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