Desde la Esquina / El cambio democrático

¿Qué cambió en el México político de los últimos diez años?

Quizá uno de los hechos que con más fuerza se manifiestan sea el sentido del voto. El presidencialismo acotado -sobre todo, el que el Poder Ejecutivo ya no sea el organizador y calificador de las elecciones, juez y parte-, representa aun en su insuficiencia, un rescate de la voluntad soberana de los ciudadanos.

Hemos ganado el derecho a que la gente elija. La derrota del Gran Elector, aunque los medios oficialistas pretenden presentarla como una concesión gratuita del régimen priista, ha costado muchos años -más de una década, ciertamente- de esfuerzo, discusión, organización y movilizaciones.

Y, sobre todo, muertes, muchas muertes de compañeros, a manos de fuerzas federales del salinismo o de caciques regionales, que defienden a sangre y fuego lo que sólo pueden concebir como "posiciones suyas" (heredadas o regaladas por un manejo patrimonialista de los poderes públicos), pero nunca dependientes del voto ciudadano ni sujetas al juego democrático.

Cuando el PRD surgió a la luz pública, fruto de la voluntad opositora de miles de ciudadanos que apoyamos a Cuauhtémoc Cárdenas y al frente democrático Nacional en 1998, parecíamos estar solos en el esfuerzo de la lucha por una democracia real y no sólo formal.

El derecho a elegir no consiste sólo en cruzar el emblema de uno u otro partido el día de las elecciones, si esos partidos son muy similares en su práctica política. Uno de ellos monopolizaba el poder público; el otro se ha conformado siempre con hacerle a éste el juego a cambio de prebendas, olvidándose de votos y compromisos adquiridos.

El surgimiento de una tercera opción política y electoral...

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