Un esquema ideal para Latinoamérica

AutorEnrique Portilla Fuentes

¿La unificación de criterios políticos y económicos, en el ámbito global o hemisférico, anuncia también una próxima uniformización de las políticas culturales nacionales?

Infelizmente, la cultura no es todavía un valor evidente en la estructuración de la mayoría de las sociedades, en particular de las sociedades latinoamericanas. La cultura es siempre abordada como un superfluo irreductible, lo que significa que no es vista como una prioridad ni como un complemento, sino sólo como un "demás" que no se reduce en ninguno de los otros dominios consagrados de la sociedad. En otras palabras, la cultura es vista como un no reductible a la salud, a la producción industrial, a la calidad de vida, ni siquiera a la educación. Por lo tanto, es un producto superfluo.

Y en tanto superfluo, será, a mi entender, uno de los últimos campos en ser alcanzados por la uniformización de las políticas sociales pensadas y administradas por los gobiernos. Digo por los gobiernos, porque bajo el ángulo de la iniciativa privada, la cultura ya está siendo uniformizada a través del cine, la programación de las televisoras y, ahora, a través de la programación que ya se ensaya en internet.

Por lo pronto, internet y las comunicaciones juegan un rol central en esa hipotética uniformización.

En la reciente Cumbre de Quebec, de modo muy significativo, el único proyecto concreto anunciado fue el proyecto de "Conectividad de las Américas", que recibió una dotación de 20 millones de dólares de parte de Canadá, para incrementar la conexión de personas a la red.

Ese proyecto parte de la constatación de que, en Canadá y Estados Unidos, entre un 30 y un 40 por ciento de los domicilios están conectados, mientras que en el resto de las Américas esa tasa es de un 2 a 3 por ciento.

Este proyecto es, en rigor, un proyecto en el área de la cultura, aunque no hay que engañarse al respecto, pues la amplificación de la red de conexión, que es primeramente una cuestión técnica de multiplicación de aparatos; pero es también, automáticamente, una cuestión de contenido, de lo que va dentro de los sites, páginas y portales. Es así una cuestión de cultura y, por consiguiente, un terreno de posible uniformización.

No soy de aquellos que ven en la globalización la compresión ineluctable de la diversidad a la unidad. Pero no es posible dejar de constatar que esa uniformización ya existe en el sector privado ligado a la cultura y que hacia ese objetivo apuntan todos los caminos hasta ahora ensayados.

En términos de políticas culturales, en tanto (facilitación del tránsito de obras de arte por las fronteras, disminución de impuestos y otras exigencias burocráticas, estímulos al intercambio, protección de la cultura local), esa uniformización todavía está lejos de acontecer.

¿Cuáles son los elementos que la política cultural de una nación no puede dejar actualmente de lado?

Hoy, o una política cultural se ocupa de los medios de comunicación de masas o no es una política cultural. En muchos países hay políticas culturales para el teatro, la danza, el patrimonio inmueble, las artes visuales, la literatura, pero la comunicación de masas es tratada frecuentemente como una cuestión que dice relación con el Ministerio de Comunicaciones, siendo equiparada por lo tanto a un asunto de telefonía, por ejemplo, o al Ministerio de la Industria.

En verdad, la comunicación de masas es una cuestión de cultura y si una política cultural nacional no la aborda, esa política cultural sirve de muy poco, o nada.

A pesar de que las personas comprometidas con estas disciplinas puedan escandalizarse por lo que diré, el teatro, la danza, las artes visuales, la literatura, están hoy en la periferia del fenómeno cultural, y si aún pueden recibir una atención de las políticas culturales -la mayor parte de la veces muy pequeña- es porque nada representan de demasiado significativo. No afectan el nervio central del sistema y de las políticas públicas, pudiendo por ello recibir algún tipo de atención administrativa. Lo vital, en consecuencia, es una política cultural para los medios masivos de comunicación.

Otro aspecto que no puede ser dejado de lado, es el amparo a la producción cultural local, como lo hace Francia, con el instrumento de la "Exención cultural", por ejemplo. Ese amparo no es, para mí, un favorecimiento al nacionalismo, al ensimismamiento, a lo arcaico o lo retrogrado, como se dice a veces, sino más bien un amparo real a la diversidad que tantos dicen querer garantizar y que sin embargo se encuentra en serio peligro.

El Ministro de Cultura de Brasil, Francisco Weffort, ha dicho que el Estado no puede ausentarse de ninguna área de la gestión cultural, puesto que en todas las áreas hay segmentos que sólo el Estado puede atender, ¿está de acuerdo con esto?

Estoy totalmente de acuerdo. La supuesta capacidad que tendría el mercado para equilibrarse a sí mismo y así establecer un equilibrio entre todas las partes que lo componen es claramente engañosa. Lo que existe detrás del mercado, y sobre todo de un mercado fuerte, es un Estado fuerte, como ocurre en Estados Unidos, en donde hay un Estado fuertísimo aunque digan lo contrario.

El Estado todavía es un instrumento de cristalización de los valores que una sociedad debe seguir, aun sabiendo que no podrá alcanzarlos todos o la mayoría. Esos valores, como lo demuestra la historia, no provienen del mercado.

El Estado continúa siendo el dominio de la...

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