Espléndida clausura

(Nota 17 del Tercer Presupuesto General; Embargada para sitios en internet hasta las 01:00 horas locales de este lunes 31 de octubre)César Huerta, corresponsalGUADALAJARA, Jal., octubre 30 (EL UNIVERSAL).- Toda despedida esconde en realidad alguna promesa de reencuentro futuro. En lo alto del estadio Omnilife, los elevados postes arden. Los cobija una versión instrumental de "Cielito lindo" que cantan más de 45 mil personas. El recuerdo de la inauguración flota en el aire.Las llamas, igual que aquel 14 de octubre, se apagan empezando por la cabecera sur. Cuando el sendero de extinción llega al norte, también se apaga la flama del pebetero. Los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011 han terminado. Mario Vázquez Raña, presidente de la Odepa, los ha nombrado "los mejores de la historia".La noche tapatía tiene alegría, ritmo, emoción, sentimiento, buena vibra. La nostalgia del adiós está prohibida. La melancolía, vetada. Es una celebración a todo lo que, durante los últimos 17 días, ha convertido a la Perla Tapatía en capital deportiva de América. Y motivos de festejo hay muchos.Nacionalismo. El Himno Nacional que interpreta Ely Guerra se canta con la garganta, se siente en la piel y nace en el corazón. Así, abre la velada con un agradecimiento solemne a México, país anfitrión.Competitividad. De lo alto del estadio desciende la gigantesca lona, donde se proyectan los mejores momentos de los Juegos Deportivos. Esfuerzo, dedicación, entrega y orgullo, valores reflejados...

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