Esperan aún ayuda

AutorBenito Jiménez

Enviado

VILLAHERMOSA.- A un mes de las inundaciones en Tabasco hay lugares en donde todavía no llegan los apoyos ni la ayuda.

Los cerca de 9 mil habitantes de las comunidades de Guanal, Barranca y Tintillo no han sido visitados por las autoridades para levantar el censo de las casas dañadas por las corrientes de agua.

Tampoco se fumigó en esta zona, perteneciente al municipio de Centro, y desde hace nueve días no reciben despensas ni agua.

Entre las tres comunidades hay más de 300 casas con daños a la vista. Todo está lleno de lodo.

La mayoría de hogares tiene al río Grijalva a menos de 50 metros de distancia.

"Mis sartenes fueron a dar hasta la iglesia", recuerda doña Candelaria Ventura. La iglesia está a más de 500 metros.

La señora, de 74 años, desinfectó su ropa, los trastes y sus cobijas con un litro de cloro. Sí alcanzó bien. Su preocupación ahora es qué comer.

Su marido, Roberto González, de 76 años, calcula que en dos siembras el campo dará frijol, pepino y maíz. En otras palabras, en un año.

"Todo está podrido. No se puede trabajar esta tierra así", sostiene don Roberto, quien cuece calabazas a fuego de leña.

Él y su esposa Candelaria esperan una despensa para salir de la crisis, al menos por unos días. En estas comunidades los últimos víveres fueron entregados el 19 de noviembre, de acuerdo con estas personas.

La mayoría de los vecinos de este corredor, que inicia con carretera pavimentada y termina con terracería, recuerda que entre el 20 y el 22 de noviembre acudió a Dos Montes, una comunidad que se encuentra a 10 kilómetros hacia Villahermosa, para registrar, ante la Secretaría de Desarrollo Social, los daños en sus viviendas.

Las indicaciones que recuerdan son "No salgan de sus casas, porque, si no están al pasar el censo, se amuelan", "Tiren todo lo que se mojó", "Iremos en menos de tres días".

Luz María Jiménez, quien exhibe su recibo de Sedesol, firmado por Raquel Hernández Lambert, externa desesperación.

"Me tienen atada. No puedo moverme, estoy sola, y no me puedo alejar de la casa para buscar algo para alimentar a mis hijos. Tengo mucha angustia; no quiero perder la poca ayuda que me den", expresa.

Rubisel de la Cruz, de 72 años, tiene otra desesperación: su esposa, Darbela Pérez, de la misma edad, requiere de insulina tras una operación del pie derecho en octubre pasado.

"Hasta lo anotó en su cuaderno el doctor de la Secretaría de Salud (estatal). Nos dijo hace más de dos semanas que él mismo la iba a traer. Seguimos...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR