Desde Mi Ladera/ De los sueños, al espanto

AutorJuan López

España siempre y por siempre ha sido cuna y asiento de grandes y geniales pintores, díganlo si no, las Cuevas de Altamira, lugar en donde el hombre dejó plasmado su mensaje pictórico, hace unos 20 mil años.

España ha dado a la humanidad, las más grandes manifestaciones pictóricas desde hace milenios y en cada una de las etapas de la vida del hombre; vayan como ejemplos las obras de los muy nombrados Velázquez, Greco, Rivera, Coello, Zurbarán, Dalí, Picasso, Miró y otros muchos más.

Uno de los pintores españoles más destacados de todos los tiempos ha sido don Francisco de Paula José de Goya y Lucientes, de quien en esta plática dominical trataré de que se digan dos o tres cosas, con la finalidad de saber algo de su vida y de su obra.

Don Francisco nació, en Fuendetodos, un pueblecito aragonés, el 30 de mayo de 1746. el padre, dorador de profesión, lo envió a Zaragoza a estudiar las primeras letras. Pasó después a la "Sociedad Económica de Zaragoza", donde recibiría clases de dibujo. Era una preparación elemental, pero suficiente para proseguir el oficio paterno. Pronto se dio cuento de que las artes del diseño iban a ser para él algo más que un soporte artesano.

Los primeros pasos

El alumno aventajado, que pronto destaca, posee unas innegables condiciones. A pesar de esto, es derrotado en 1763 al presentarse a los premios de la Academia. El castigo le crece y torna a prepararse concienzudamente. Tres años después, en una nueva convocatoria, vuelve a ser vencido. No será la primera vez que el nombre de su afortunado rival aparezca en su vida: se llama Ramón Bayeu.

Cuando vuelve a Zaragoza, en 1771, le envuelve ese vago prestigio propio del viajero. Realiza algunos encargos de pintura religiosa, entre ellos una decoración de una bóveda del Pilar. En Zaragoza encuentra a Francisco Bayeu, hermano de Ramón. Se casa con Josefa Bayeu, hermana de aquellos.

Su carrera sigue un ritmo ascendente. Pintor del Rey en 1780, ingresa en la Academia de San Fernando. La Corte le atrae, y allí presenta la batalla, ganando prestigio día a día.

El cabildo del Pilar le encarga nuevos trabajos, que Goya acepta. Pero aquí comienzan los inconvenientes: la obra ha de ser previamente sometida, revisada y aprobada por Francisco Bayeu, su cuñado. Las discrepancias no tardan en manifestarse, y pronto se produce una ruptura artística, que arrastra consigo la armonía familiar. Goya se distancia de la familia de su mujer.

Sus retratos representan seres vivos, con alma y...

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