El eslabón de los intelectuales

La rechifla que recibió Sari Bermúdez en la Feria del Libro de Guadalajara fue el capítulo final de la larga serie de desencuentros que tuvieron los intelectuales con el gobierno de Vicente Fox. El ex Presidente, ahora de nuevo empresario y ranchero, jamás sintió el interés que tuvieron sus predecesores por atraer el mundo de la cultura y la reflexión a su gobierno. Jamás tuvo interés por ese mundo, a secas. La expresión José Luis Borgues pasará a la historia no como un error -todo mundo los comete- sino por lo que revela: desinterés y desprecio por la cultura. ¿Cambiarán las cosas con el gobierno del presidente Felipe Calderón? Previsiblemente sí: la designación de Sergio Vela en Conaculta es ya un indicio, aunque una parte no desdeñable de la respuesta tiene que ver con la relación que construya el nuevo gobierno con los intelectuales, vasos de comunicación entre el poder y la cultura en México.

¿Qué es un intelectual? La palabra en sí misma suscita confusión. Es a veces usada en un sentido valorativo -como un atributo, como un título de prestigio- y a veces utilizada en un sentido descriptivo, que es el que quiero destacar aquí. Un intelectual es alguien que contribuye a darle legibilidad al mundo, una legibilidad que puede orientar o que puede también desorientar. El mundo, con ayuda de los intelectuales, puede ser bien entendido o mal entendido. Creo que fue Gabriel Zaid quien, con su habitual economía verbal, definió al intelectual en estos términos: alguien que combina su trabajo de análisis con sus preocupaciones como ciudadano, con lo cual se distingue del especialista.

La descripción de Zaid es ya una apuesta por un tipo de intelectual -el intelectual comprometido, el intelectual engagé, para retomar la expresión de Sartre-. Es común, en efecto, hablar de dos tipos de intelectual: uno es el intelectual identificado con el mundo anglosajón, otro el intelectual identificado más bien con la cultura francesa. El intelectual "anglosajón" hace su vida en la universidad; está consagrado a la búsqueda de la verdad en la tranquilidad de su estudio; publica nada más en revistas especializadas, restringidas a un tipo de lector, por lo cual es poco conocido por el público en general. El intelectual "francés", en cambio, hace su vida en las calles y los cafés; tiene una agenda ideológica explícita, que determina lo que dice y lo que calla; firma sus trabajos con un nombre que es conocido por el público en general porque tiene una presencia...

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