Donde hay una escuela no hay competencia

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Señores diputados:
Mi propósito no fue venir
a hacer un discurso de tesis,
sino de réplica; me proponía
contestar los argumentos del pro
que no estuviesen incluidos en
el dictamen de la comisión, para
que hubiese reciprocidad; pero,
desgraciadamente, hasta este
momento el debate está de tal manera
flojo, que ninguno de los oradores
del pro ha reforzado el dictamen de
la comisión y mi distinguido amigo
–o más bien dicho, colega, porque
apenas puedo llamarlo mi amigo–,
el señor Celestino Pérez, ha venido
a sostener precisamente el contra
antes que yo. Él estaba inscrito en
Donde hay una escuela
no hay competencia
Discurso pronunciado por el C. Félix Palavicini en la 13a. sesión ordinaria,
celebrada el jueves 14 de diciembre de 1916.
pro y en toda su disertación no ha
hecho sino reforzar los argumentos
del contra.
Esta es una desgracia, señor presi-
dente de la comisión dictaminadora,
en el léxico del señor licenciado Pé-
rez y no una culpa de los oradores
del pro o del contra; la ganancia va
a la comisión; yo no la discuto: la
cedo gustoso; nosotros venimos aquí
a discutir, no queremos arrebatar la
palabra a nadie.
Señores diputados, comenzaré por
los argumentos del dictamen; la par-
te expositiva del mismo es una je-
ringoza incomprensible; allí se habla
de muchas cosas, menos del asunto
esencial que está a debate, esto es, la
libertad de enseñanza; en el dictamen
tantas veces calificado de jacobino, se
habla de todo, menos de lo esencial;
en el artículo se habla de gimnasia, de
algunas racionales y no sé qué otras
cuestiones por el estilo. Lamento, se-
ñor Vidal, que usted no pueda hacer
otra cosa que sisear en esta asamblea.
La parte expositiva del dictamen no
es necesaria para la asamblea, sino
el artículo tal como queda, porque
la primera proposición del dicta-
men es una proposición dura, seca,
breve, lapidaria, llameante, como el
lenguaje de Isaías, pues dice así: “no
se aprueba el artículo del proyecto de
Constitución,” o lo que es lo mismo;
esta honorable comisión no aprueba
el principio liberal de libertad de en-
señanza que contiene la carta de ´57,
el principio de libertad de enseñanza
que contiene el proyecto del Primer
Jefe; reprobamos ese artículo. Y para
substituirlo ¿con qué? Señores dipu-
tados, vais a oír el artículo 3o. de la
comisión:
Art. 3o. - Habrá libertad de enseñan-
za; pero será laica la que se dé en los es-
tablecimientos oficiales de educación, lo
mismo que la enseñanza primaria ele-
mental y superior que se imparta en los
establecimientos particulares. Ninguna
corporación religiosa, ministro de algún
culto o persona perteneciente a alguna
asociación semejante, podrá establecer o
dirigir escuelas de instrucción prima-
ria, ni impartir enseñanza personal-
mente en ningún colegio. Las escuelas
Selección de piezas de oratoria
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primarias particulares sólo podrán es-
tablecerse sujetándose a la vigilancia
del gobierno. La enseñanza primaria
será obligatoria para todos los mexi-
canos y en los establecimientos oficiales
será impartida gratuitamente.
Y bien, señores diputados, ¿habrá
o no habrá libertad de enseñanza?
¿Habéis entendido este artículo 3o.?
Ellos comienzan diciendo: habrá li-
bertad de enseñanza, ¿dónde? ¿En
qué país? ¿En México? No, todo el
artículo responde que no habrá de
eso. ¿Qué significa esta redacción?
¿Qué propósito tiene? ¿Con qué ar-
gumento, con qué razón han cambia-
do el precepto liberal de la carta de
1857 y el precepto liberal de la carta
de 1916, para substituirlo, señores
diputados, con este incomprensible
embrollo de cosas contradictorias?
Pero, señores, yo no combato a la
comisión, yo no le atribuyo el que
obedezca a tal o cual tendencia po-
lítica; yo creo que la comisión ha
sido injustamente atacada en esta
tribuna, tanto por lo que la ayudan,
como por los que la combaten; aquí
ha venido el descendiente del inge-
nioso Pensador Mexicano, el distin-
guido licenciado Lizardi, a decirnos:
yo vengo a defender a esta comisión,
porque esta comisión es débil; y ha
venido el joven orador, mi compa-
ñero de locuacidad costeña, señor
Martínez de Escobar, y dijo: yo no
iba a hablar; pero he visto que todo
el mundo ataca a la comisión y vengo

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