Escocés al paladar

AutorMariana Coppel

Reuniones sociales o de negocios, citas de pareja, cenas, bodas, o una íntima velada en casa son ideales para disfrutar, con dos peces de hielo, una bebida nórdica y elegante, amaderada y robusta, mejor conocida como whisky.

Su origen es una histórica disputa entre Irlanda y Escocia. En escritos que datan de 1409 se menciona que los monjes irlandeses lo descubrieron, por accidente, tras dejar fermentar la cebada. Más tarde, el elíxir -conocido como el agua de la vida-, llega a Escocia, país al que se le adjudica la destilería más antigua.

"Los principales tipos de whisky son el blended, elaborado con una mezcla de cebada que no son necesariamente malteadas. El puré malt, hecho con maltas de diferentes destilerías, y el single malt, elaborado de la misma cosecha, la misma tierra y en la misma destilería", explica Jonathan Rueda, catador de Macallan Whisky.

El primer paso en el proceso de elaboración de este antiguo destilado, es moler el grano de malta extraído de la cebada, éste se remoja en agua pura de los ríos y lagos, obteniendo así sabores y aromas de Escocia.

Más adelante se fermenta y se calienta en alambiques dorados, después se destila y el líquido resultante, transparente y claro, descansa en barricas de roble por un mínimo de tres años.

"La decisión de con qué acompañar un whisky siempre dependerá del gusto, pero es importante reconocer qué tipo de whisky se está tomando. A un blend le van muy bien licores de naranja y otros cítricos, y a un single malt, unos cubos de hielo o agua natural", agrega.

El agua, a decir de Rueda, es una fiel acompañante, baja el nivel de alcohol y despierta mejor los aromas. Si es agua mineral se recomienda una parcialmente gasificada, pues el exceso de burbujas...

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