Escalera al cielo / Sombras y el Gran Vacío

AutorSergio González Rodríguez

Para un lector de novelas sexuales como yo desde años atrás, las de Grey eran en efecto sombras de lo que pudo narrar la autora, que a la fecha ha vendido 100 millones de copias de su libro en el mundo.

Dirigida por Sam(antha) Taylor- Johnson, la cinta está lejos de ser un fiasco, al contrario, se mantiene fiel al espíritu de la novela (la historia de las relaciones sexuales de un señor rico y una señorita que acepta experimentar ataduras, disciplina, sadismo y masoquismo), el problema viene cuando un espectador como yo, que puede ser cualquiera, se pregunta ya no sobre la verosimilitud de una ficción (algo que sólo cuestionaría un idiota, sobre todo cuando la voz que narra está en primera persona), sino sobre la materia del relato que ni siquiera es capaz de ubicar la complejidad del tema del amo y el esclav@ y, en cambio, emite una historia involuntaria, más o menos romántica, en torno del vacío, propio de los tiempos.

En la pantalla hay contratos, rascacielos, penthouses, limusinas, planeadores, helicópteros, clóset-catálogos de ropa, secretos, glamour y tonadas en la voz de terciopelo de Beyoncé.

A mi amiga le fascinó la novela porque, confesó, proyectaba allí sus fantasías, nada originales por cierto, de disponer de un hombre a la altura de sus deseos que la dominara en todos los sentidos. La Entrega ideal. La novela de James le ofrecía llenar sus insatisfacciones (ella es casada y con hijos). Más que a la intimidad, el episodio remite a la sociología, lo que le arrebata cualquier aura erótica.

En la sala de cine, mientras luchaba contra mi desánimo y me hacía preguntas como ¿qué tan erótico es poner cara de menso o de mensa?, notaba alrededor el nerviosismo de algunas y la autoafirmación de otros. Comprendí, en medio de tanta repostería óptica en plan de publicidad aspiracional, que el asunto del filme y la novela que lo inspiró atañe a algo que está lejos de reducirse al estilo, o a lo erótico, por lo que carecía de pertinencia referirse a la indefensión, por lo demás obvia, de Cincuenta sombra de Grey al lado de películas como El último tango en París, de Bernardo Bertolucci; El imperio de los sentidos, de Nagisa Oshima, o la más cercana Nueve semanas y media, de Adrian Lyne (de la que es clon tardío).

El punto es otro: la detallada construcción del vacío que propone Cincuenta sombras de Grey expresa el efecto de saturación erótica que trajo consigo la...

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